Mis tardes con Margueritte

Crítica de V. De Grossi - Cine & Medios

Sensible y previsible

La vida está hecha de causalidades que justifican anécdotas para ser contadas. Una anécdota común podría ser: hombre de edad mediana, simplón y analfabeto (Gérard Depardieu) conoce a ancianita culta, simpática y un poco metida (notable actuación de la nonagenaria Gisèle Casadesus) que le abre la cabeza y transforma su vida. La superación, el aprendizaje emocional y el desarrollo intelectual son una meta dura, pero posible para el palurdo de Germain, que es consciente de sus limitaciones y sufrimientos pero no se rinde a ellos, y menos cuando advierte que su querida amiga eventualmente dependerá de él cuando ya no tenga fuerzas para alimentarse de lo que más le gusta: la lectura.
De Jean Becker nos llegó oportunamente una pequeña joyita llamada "Conversaciones con mi jardinero", y de esta suerte podríamos deducir que, al menos en esta etapa de su filmografía, al director le gustan las historias intimistas, idealmente con personajes que se contrapesan de alguna forma.
No hace falta aclarar que el espectador que va a ver este tipo de filmes sabe de antemano (o al menos intuye) cuál va a ser el final de la historia. Dentro de estas premisas, las películas funcionan o no. Esta es una de las que funcionan, pero aunque las actuaciones son destacables el guión no consigue movilizar emociones genuinas a través de la empatía, sino más bien a fuerza de golpes emotivos y obviedades.