Mis días felices

Crítica de Fernando Alvarez - Todo lo ve

La pasión en tiempos de ocio

Una sensible mirada al mundo de una dentista madura y casada que mantiene un affaire con un hombre más joven que ella. Fanny Ardant es la mujer con tiempo libre que arrastra el dolor de una pérdida del pasado.

Caroline parece tenerlo todo: es una dentista retirada y con mucho tiempo libre, tiene un buen marido, dos hijas y nietos, pero algo rompe la rutina de su tranquila existencia cuando se lanza a una aventura extramatrimonial.

Mis días felices -Les Beaux Jours- formó parte de la programación del ciclo Les Avant Premiéres y, aunque llega con dos años de retraso, resulta bienvenida por la sensibilidad con la que la directora Marion Vernoux plasma en imágenes el mundo de una mujer madura y su relación con el sexo y la familia.

Fanny Ardant, vista en Nathalie X y 8 mujeres, es la protagonista que recibe de parte de sus dos hijas un vale para los cursos que ofrece un club de jubilados y en los que no termina de sentirse cómoda hasta que conoce a Julien -Laurent Lafitte-, su profesor de computación mucho más joven que ella. Las miradas encienden un juego de seducción, un paseo por el muelle y luego citas a escondidas que la sacan de su días de rutina aplastante.

La realizadora narra una historia dinámica que se apoya en el explosivo affaire que mantienen Caroline y Julien, pero además cómo sobrelleva la situación en el ámbito familiar, en su relación diaria con un marido distante, dos hijas que ponen toda su energía en sus pequeños y una amiga que falleció luego de una enfermedad.

En ese sentido, Caroline construye su mundo en silencio, está rodeada de afectos pero está sola y no es casual que decida disfrutar de su cuerpo sin tapujos. El film se desarrolla en un ámbito cercano al mar y en locaciones portuarias que ilustran el deambular de la protagonista devenida en una adolescente con hormonas en ebullición que hasta llega a planificar un viaje con su reciente conquista...