Mirai: mi pequeña hermana

Crítica de Martín Goniondzki - Cinéfilo Serial

La industria de animación japonesa suele brindarnos pequeñas joyas como el film más reciente de Mamoru Hosoda (“El Niño y la Bestia”, “Los Niños Lobo”). Una obra sumamente bella tanto por su impresionante y sofisticada animación como por su extrema sensibilidad para narrar la niñez y sus distintas miradas sobre la familia, el crecimiento y sobre nuestros padres.

El largometraje nos sumerge en el punto de vista de Kun, un niño mimado y consentido de cuatro años al que sus padres dejan de prestar atención cuando nace su hermana Mirai. No es que lo marginan pero lógicamente un bebé demanda más tiempo, por lo que Kun ya no representa el 100% del enfoque de sus padres. Ahí es cuando los celos del infante salen a la luz y comienza a concebir cierto rechazo por su recién nacida hermana. Pero entonces, la versión adolescente de Mirai viaja en el tiempo desde el futuro para vivir junto a Kun una aventura extraordinaria más allá de lo imaginable.

La película constituye un trabajo maravilloso de guion al demostrar situaciones de la vida cotidiana relativas a la vida familiar pero más que nada en la percepción de los niños sobre ciertas cuestiones que muchas veces escapan a su completo entendimiento. Hosoda hace un impecable trabajo como director en lo que quizás sea su trabajo más maduro hasta la fecha, por eso no es de extrañar que la película haya recibido nominaciones a Mejor Largometraje Animado en los Annecy, los Golden Globe y los Oscars.

Una propuesta para grandes y chicos que podrá ser disfrutada en distintos niveles interpretativos. Esto es quizás uno de los aspectos más ricos e interesantes de la película, porque estamos ante un drama de tintes fantásticos que podrá encandilar a los niños pequeños desde lo visual e imaginativo pero también busca fundar un relato humano sobre la familia, los métodos de crianza y el círculo/ciclo de la vida donde ciertos patrones se van repitiendo a lo largo del tiempo.

Otro de los aspectos destacados del film radica en su realismo para retratar la paternidad/maternidad y sus conflictos diarios, mezclados con esos momentos de fantasía donde se unen el pasado, presente y futuro de la familia protagónica para señalar ciertos patrones de educación y conducta fundados en cuestiones que les pasaron a los padres como hijos cuando eran pequeños.

El destino y las casualidades también son de los tópicos que plantea la pieza audiovisual haciendo que todavía el encanto y el impacto de la narración sean aún mayores. Visualmente impactante y narrativamente relevante, “Mirai” representa uno de los relatos más tiernos y geniales que ha producido Japón en los últimos años.