Mi gran oportunidad

Crítica de Lilian Lapelle - Cine & Medios

Billy Elliot ahora canta, es gordo, y es un reality star

Paul Potts saltó a la fama tras ganar la primer temporada de "Britain´s Got Talent", un reality show inglés, que le dio unas cuantas libras y mucha fama. El video de su audición tuvo millones de visitas en Youtube, y aunque lo neguemos todos nos hemos emocionado alguna vez con alguno de esos videos, en los que un tímido participante por el que nadie daría un peso termina rompiéndola y haciendo que el jurado se trague sus prejuicios.
Esta película basada en su vida, interpretada por James Corden, comienza cuando es apenas un niño de escuela primaria en un pequeño pueblo de Gales, donde todos ven fútbol y terminan sus días trabajando en fundiciones. Potts ama la ópera y canta en el coro, por lo tanto es objeto de burlas, corridas y golpizas por parte de sus compañeros. Este trato continúa hasta sus años de juventud, cuando se gana la vida vendiendo celulares, y luego de realizar un curso de ópera en Venecia regresa a casa con sus sueños frustrados.
Paul pasa sus días batallando entre sus enormes ganas de cantar, su miedo al fracaso, y sus grandes problemas de inseguridad. Es su esposa Julz (Alexandra Roach) quien actúa en su vida como una especie de hada madrina, estimulándolo a que siga sus sueños. Que ya conozcamos el final, hace que la película sea más llevadera, ya que por momentos parece una oda al bullying.
El filme nos recuerda a Billy Elliot en más de una escena, esa especie de diamante en bruto, rodeado de pedazos de carbón, incomprendido por todos, y con posibilidades casi nulas de cambiar de vida, pero finalmente con un mensaje similar: que el talento y las ganas todo lo pueden, y que no importa lo que pase, siempre hay que volver a levantarse y seguir peleando.
La pareja protagónica tiene una excelente química, y se transforman en una especie de dúo dinámico de gorditos, que superan una adversidad detrás de otra. Julie Walters y Colm Meaney, quienes interpretan a los padres de Potts, merecen un capitulo aparte, sus actuaciones son excelentes y le aportan una calidad actoral a la película que la distingue de otras pelis con la misma fórmula.
Las historias de niños incomprendidos que luego triunfan al ser mayores siempre garpan, y esta es una de esas historias. La de un gordito con una voz increíble y menos autoestima que una ojota, pero que un buen productor de reality pudo convertirlo en estos tiempos en una gran estrella, al menos, hasta la próxima temporada del show.