Mi gran noche

Crítica de Denise Pieniazek - Revista Ambar

Una gran noche, una gran película

Mi Gran Noche (2015), el último largometraje del peculiar director español Álex de la Iglesia, es diversión asegurada. El film mediante el comúnmente mal llamado “humor negro” nos hará reír desde el comienzo con un relato que irá en crescendo al igual que las risas. El autor de Muertos de risa (1999), Crimen ferpecto (2004) y -la tal vez menos conocida pero no menos genial- Perdita Durango (1997), propone una trama muy original: un rodaje de un programa de cuyo estudio televisivo nadie puede salir hasta que este no se haya terminado. Dicho estudio televisivo se tornará una especie de cárcel fusionada con un “Gran Hermano” en donde el descontrol estará presente tornando el rodaje en un continuum. La temática del rodaje y sus avatares ya ha tenido apariciones cinematográficas -como en La noche americana (1973) de Truffaut o Las reglas del juego (1992) de Altman- pero aquí con la originalidad, la comicidad y el absurdo que caracterizan a Álex de la Iglesia.

El film inicia con un jocoso musical con una estética disco en blanco, negro y dorado, con el cual todo parece estar perfectamente hasta que el infortunio se inmiscuye sorpresivamente en el set. A través de la bien empleada reiteración de dicho recurso, el espectador entrará por completo en el código que propone su creador, al cual nos tiene habituados. En dicho estudio se está grabando un especial de año nuevo para televisión cuyo espacio puede dividirse en dos: escenario y falsos espectadores (extras). Una vez avanzado el relato conoceremos más decorados como los camerinos, el camión donde se encuentra la switcher por fuera del set (directora del programa televisivo) y el exterior al estudio de TV propiamente dicho.

Entre esos espacios puede desatacarse el camarín de uno de los protagonistas Alphonso -un exitoso cantante- interpretado por Raphael, quien ya tiene una aparición referencial en otro film del director: Balada triste de trompeta (2010). Su camarín estéticamente nos remite al universo de Star Wars, parece una nave espacial en sí mismo, al igual que la capsula a la que se éste se somete para permanecer joven. La presencia de Alphonso es tan temerosa para sus colegas que junto a su vestuario nos remitirán a Darth Vader. Otras menciones a Star Wars figuran en la narración ya que probablemente el director especuló con el estreno del último film de la saga en el mismo año que Mi Gran Noche y parodia con ello. No sólo hay relaciones intertextuales cinematográficas sino también a la música popular de habla hispana. A través de los diálogos hay burlas a ciertos clichés y estereotipos de cantantes populares, desde Chayanne a Enrique y Julio Iglesias e incluso el mismísimo Raphael parodiando el uso de la “ph” por sobre la “f”, iniciales que veremos bordadas en la bata del personaje de Alphonso. Incluso el título de la película remite a una canción del cantante español así como también otros temas musicales a los que se hacen mención.

Mediante una excelente e ingeniosa dosificación de la información el film expone toda clase de bajezas del detrás de escena y la superficialidad enmascarada del mundo televisivo. La competencia estará presente constantemente entre ambos cantantes: el joven latino Adanne (que se escribe con dos “n” como Chayanne) el del hit del momento (interpretado por Mario Casas), y Alphonso que posee trayectoria. Entre el conductor y la conductora la rivalidad también estará presente. Otra línea argumentativa del film involucra a Jose (Pepón Nieto) uno de los extra quien se involucra con Paloma, quien posee fama de ser “yeta” y principal causante de la desgracia en dicho estudio y todos los infortunios que de allí se suscitan. La película cuenta además con dos figuras destacables Santiago Segura-quien ha trabajado como actor en varios filmes del director-y el actor argentino que ha triunfado en España Tomás Pozzi, completando así la trama de personajes bizarros de Mi Gran Noche que irán desfilando por ese estudio como si fuese un espectáculo de variedades.

A través de la picardía de los diálogos y el buen empleo del ridículo lo que parecía ser una gran noche se irá tornando en un “Escándalo” -tal como lo ejemplifica otro elemento del soundtrack- del cual no dejaremos de disfrutar y cuyos ritmos están perfectamente manejados por su autor, generando en consecuencia que nuestras risas vayan en aumento al igual que el desgaste que sufren los personajes en el set de ese eterno rodaje.