Mi gran boda griega 2

Crítica de María Fernanda Mugica - La Nación

Un opaco regreso

Al comienzo de Mi gran boda griega 2 se presenta a los personajes y lugares de la película original intentando imprimir nostalgia en el reencuentro del espectador con ese universo. El problema es que el film estrenado en 2002 no tiene la potencia de un clásico o de un objeto de culto como para que se produzca ese efecto deseado.

Quien probablemente sintiera nostalgia y anhelo de reencontrarse con esos personajes es Nia Vardalos, guionista y actriz de ambas películas. Vardalos escribió y protagonizó la obra de teatro Mi gran casamiento griego, que llamó la atención de Rita Wilson, quien produjo la versión cinematográfica y actúa en esta secuela. Con un presupuesto de 5 millones de dólares, la película recaudó más de 360 millones en todo el mundo. Una continuación era esperable, sobre todo cuando la carrera de Vardalos no logró despegar.

Catorce años después llega esta segunda parte sin una buena excusa narrativa. Todo gira alrededor de tres conflictos que tienen a Toula (Vardalos) como factor común: sus padres descubren que el cura que los casó no era legítimo y tienen que volver a contraer matrimonio; su hija tiene problemas para aceptar la omnipresencia de su numerosa familia y decidir adónde va a ir a la universidad, y su matrimonio con Ian (John Corbett) está un poco oxidado.

Todos los chistes sobre la familia ruidosa y poco respetuosa de la privacidad son aún menos graciosos en esta secuela. Los personajes siguen siendo caricaturescos y la empatía del espectador se la lleva la hija de Toula y sus ansias de escapar. Por supuesto que detrás de todo hay un mensaje de "lo primero es la familia" pero el alegato no resulta muy convincente.

Hay un intento interesante de entrar en el tema de lo que les pasa a las mujeres que se dedican exclusivamente a su familia cuando sus hijos se van de la casa, sus padres empiezan a necesitar mayores cuidados y su matrimonio quedó un poco de lado. Pero eso se abandona enseguida y se vuelve a la superficie, donde reinan los colores fuertes, los gritos y los chistes sobre griegos.