Mi abuela es un peligro 3

Crítica de Diego Papic - Clarín

Una comedia amable

Sin brillar, se eleva por sobre sus antecesoras en la saga.

Si, como suele decirse, segundas partes nunca fueron buenas, ¿qué puede esperarse de la tercera parte de una saga cuyo primer filme ya dejaba mucho que desear? La respuesta es: poco y nada. Y sin embargo, Mi abuela es un peligro 3 echa por tierra aquel lugar común. Quizás porque esperamos poco y nada de ella nos encontramos con una comedia que, sin resultar brillante ni aspirar a quedar en la historia, hace pasar un rato amable y se eleva un poco por sobre sus predecesoras.

La premisa es similar a la de las otras: el detective Malcolm (Martin Lawrence, una especie de sub-Eddie Murphy), experto en disfraces, deberá disfrazarse de señora gorda (Big Momma) para infiltrarse y resolver un caso. Pero ahora lo hará acompañado por su hijastro Trent (interpretado por el comediante de stand up Brandon T. Jackson), un aspirante a rapero que es testigo de un crimen y, perseguido por unos matones, se pondrá las faldas para pasar desapercibido.

Así, Trent y Malcolm se van a infiltrar en una escuela de artes para señoritas, ocultarse de los matones y encontrar una pista oculta que les permita echarles mano. En esa escuela Trent se va a enamorar de Haley (Jessica Lucas) y así va a peligrar su disfraz.

El argumento remite sin demasiado esfuerzo al de Una Eva y dos Adanes , aunque por supuesto que Mi abuela...

está lejos de aprovechar las situaciones cómicas planteadas por la trama. El guardia de seguridad que busconea a Big Momma recuerda a aquel millonario que no dejaba en paz a Jack Lemmon, pero esa historia no se cierra magistralmente con el ya clásico “nadie es perfecto”. Una cita ahí hubiera sido mucho pedir.

También hay algo de Glee en algún que otro número musical –los mejores momentos de la película- en que Big Momma se luce moviendo su humanidad al ritmo del hip hop arriba de una mesa en el buffet de un colegio. Pero hay que decir que las burlas físicas y el humor escatológico fueron reducidos a la mínima expresión.

Los fanáticos de la saga –suponiendo que existan- quizás vean en esta película una versión un poco light de Big Momma. A los detractores seguramente les desagradará mucho menos. Y los indiferentes se encontrarán con una comedia correcta que les arrancará dos o tres carcajadas.