Mazinger Z Infinity

Crítica de María Noel Do - La Capital

Mazinger Z" es también la historia de millones de personas que han seguido en su infancia a este robot imbatible de origen japonés diseñado por Go Nagai. Y justamente a 50 años de la creación de este animé de culto y a 45 años de la serie de televisión que unió generaciones, es que llega a los cines "Mazinger Z: Infinity". Más que un filme es un episodio extendido de aquella serie, donde en tan solo 95 minutos se intenta desarrollar una trama que conjuga diversas problemáticas, con el único objetivo de demorar el momento esperado: el despliegue de trucos de Mazinger. Con momentos románticos y dramáticos entre los personajes, mensajes ecológicos, la división entre el bien y el mal y la ciencia ficción con la posibilidad de mundos paralelos, el director Junji Shimizu parece sin querer reflejar la cultura nipona: preocupación por el medio ambiente (con variadas imágenes del monte Fuji como símbolo), un ideal de la paternidad (donde entra en juego la importancia de formar una familia tradicional), y una proyección a escala mundial de que "lo que pasa en Japón le afecta al resto del mundo". Koji Kabuto es ahora un joven científico con una carrera brillante y conflictos de pareja (otro de los viejos personajes, la piloto Afrodita). Sin embargo, aparecerá un misterioso robot de grandes dimensiones - Infinity- y con él la tentación de Dr. Infierno de volver a conquistar el planeta y sembrar el caos; lo que finalmente llevará a Koji a tomar cartas en el asunto. Aparecen nuevos personajes con roles destacados femeninos (sin embargo en exceso de voluptuosos y provocativos) que se suman a una historia que deja abierta la puerta a próximas sagas, de tramas cada vez más rebuscadas pero con la intención de preservar este mítico tanque de robots humanoides.