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Crítica de Ariel Abosch - El rincón del cinéfilo

Tratamiento sobrio para una temática socialmente compleja y conflictiva

Hace unos años el actor y director teatral Claudio Tolcachir estrenó en varios países europeos, y en Buenos Aires, su obra de teatro “El viento en un violín” con un gran suceso, porque él es un afamado dramaturgo y por el tema planteado en el espectáculo llamando la atención de la crítica y el público. Con la intención de amplificar la repercusión que tuvo en su momento, y viendo que se lo podía trasladar perfectamente al lenguaje cinematográfico, el director Pablo D´Alo Abba decidió filmar esta historia, y para completar la faena, además, convocó a los mismos actores que la interpretaron en el teatro.
La historiagira en torno de Celeste (Tamara Kiper) y Lena (Inda Lavalle), una pareja de lesbianas que viven junto a la madre de la primera, Nora (Araceli Dvoskin), en una humilde casa del Gran Buenos Aires. Por su parte Nora trabaja como empleada doméstica en la enorme y lujosa casa de Mecha (Miriam Odorico), donde vive con su hijo treintañero Darío (Lautaro Perotti), quien no trabaja y casi tampoco concurre más a la facultad de arquitectura. La narración está planteada como dos mundos equidistantes entre sí, y cercanos a la vez, porque podemos observar la opulencia y el dinero de unos y la austeridad de los otros.
La madre de Darío es autoritaria, quiere que su hijo despierte de su letargo, le paga a un psicólogo para que lo trate, y también termina dominando.
La madre de Celeste no acepta la relación de su hija que, por si fuera poco, desea tener un bebé, pero no la discute, sólo se resigna.
Darío va por la vida desorientado, sin un rumbo fijo. Todo lo contrario de las chicas quienes tienen un objetivo y un proyecto de vida en común. El deseo de la maternidad es muy fuerte, y ellas deciden hacerlo de la manera convencional, para lo que necesitan a un hombre.
Con la decisión tomada de que Celeste se va a embarazar, pues anteriormente había tenido novios varones, ambas van a un boliche de “cacería”, y sí, como se lo pueden imaginar, Celeste lo “levanta” a Darío, él se la lleva a su casa y Lena lo amenaza de muerte para que tenga sexo sin preservativo.
El relato es preciso, están muy bien logradas las continuidades y transiciones entre las escenas. Los diálogos son acordes a los parlamentos que tienen que decir los personajes porque están delineados de tal forma que cada uno tiene personalidad totalmente definida y eso los hacen creíbles.
El embarazo modifica la existencia de todos los involucrados en ésta realización, donde una nueva forma de ver las cosas se está gestando. Por eso se podría inferir que el leitmotiv de éste film es la aceptación, tanto de cómo es el otro, pero también de uno mismo. Sin críticas, ni reproches, dejándolos ser porque los actuales modelos de estructuras familiares van mutando de tal modo que la sociedad irá reconociendo paulatinamente.