Mátalos suavemente

Crítica de Agustín Neifert - La Nueva Provincia

Un thriller descarnado y retrato de la decadencia

Tercer largometraje del neocelandés Andrew Dominik, quien ha logrado desarrollar un estilo narrativo propio. Sus anteriores fueron El asesinato de Jesse James por el cobarde Robert Ford (2007), que cuestionaba los cimientos éticos de Estados Unidos; y Chopper, retrato de un asesino (2000), sobre el australiano Mark Brandon Read.
Read mataba a narcotraficantes, delincuentes y prostitutas y sus "proezas" fascinaron a la prensa amarilla y a muchas mujeres de todo el mundo, que le declararon su amor incondicional. Además, su autobiografía fue en su tiempo el libro más leído en Australia.
Mátalos suavemente ofrece una considerable afinidad con ese filme. El título deriva de una expresión del asesino a sueldo Jackie Cogan (Pitt), a quien le "agrada matar suavemente" a sus víctimas, para que su final sea menos doloroso, pero también lo hace "sin sentimientos".
El filme está basado en la novela Cogan's Trade , del ex fiscal de Boston George V. Higgins, quien ambientó la historia en esa ciudad en 1974 e intentó explicar la crisis del capitalismo y la enfermiza relación de los norteamericanos con el dinero.
Pero Dominik situó la acción en 2008 en Nueva Orleans, en plena crisis financiera. El relato comienza con el atraco ejecutado por dos ladrones de cuarta a un garito regenteado por Markie y protegido por mafiosos. Ambos fueron contratados por un tal Johnny "Ardilla" Amato.
Los mafiosos comisionan a su abogado para identificar a los ladrones y hacerles pagar su impertinencia. Y éste convoca, a su vez, a Jackie Cogan, un hombre "tranquilo", imperturbable, que se toma su tiempo para concretar las misiones que le encomiendan.
La película admite una doble lectura: como un thriller frío, descarnado y muy negro; y como un provocador retrato de la decadencia moral de una nación, que puede resumirse en esta expresión de Cogan: "Este no es un país, es un negocio. En América estamos todos solos".
Las primeras imágenes muestran un paisaje post apocalíptico, pero no por causa de ninguna hecatombe, sino por la crisis financiera. Durante el filme se escuchan fragmentos de discursos de George W. Bush, hacia el final de su mandato, y de Barack Obama, primero como candidato y luego como presidente.
Ambos, como buenos charlatanes, hablan de la crisis financiera y de la necesidad de proteger la economía del país, aunque su propósito era amparar a los responsables de la debacle y no a las víctimas, para que todo siga igual.
Dominik comentó en el Festival de Cannes que su película trata sobre "la culpa y los rasgos de humanidad dentro del ambiente criminal". Observando la película, resulta casi imposible detectar algún rasgo de humanidad.
Este perfil de la película y su fuerte compromiso socio-político, pueden resultar, quizás, difíciles de "digerir", aunque son también sus bazas más relevantes, además de las actuaciones de Brad Pitt, de Jenkins (el abogado) y el aporte de Gandolfini como el desagradable Mickey.
Otros valores que ofrece la película son el montaje, la banda sonora, que incluye temas cuyo atractivo contrasta con la cínica dureza de los personajes, y una atmósfera fatalista que domina la historia de principio a fin.