Masacre en Texas 3D

Crítica de Carlos Schilling - La Voz del Interior

Cortada por otra motosierra

Las primeras imágenes de la nueva versión de Masacre de Texas son las más impactantes. Aparecen junto con los títulos y replican escenas de la película original de 1974 (estrenada en la Argentina con el título El loco de la motosierra y que hoy puede verse gratis en YouTube). La fotografía de esas escenas reproduce el color saturado de las producciones de bajo presupuesto de la década de 1970 y sugiere que la puesta al día del director John Lussenhop será un tributo al espíritu de aquella obra de Tobe Hopper pionera en el género.

Si bien la tonalidad solar permanece unos minutos después de los créditos, el único homenaje visible consiste en llamar Hopper al personaje del primer policía que llega a la casa de la familia caníbal. El resto estará dominada por la estética actual del cine de horror, en la que el cálculo efectista se impone a cualquier aventura narrativa y visual.

Masacre de Texas es estrictamente una secuela: empieza en el punto exacto donde terminaba la historia original. El problema es que enseguida se desvía en la dirección menos recomendable. Si El loco de la motosierra se demoraba unos intensos 40 minutos antes de empezar la danza macabra de degollados y descuartizados, ahora ese tiempo se reduce al mínimo, porque el solitario policía no consigue detener la jauría humana que se desata contra los familiares y la casa del psicópata Jed Sawyer.

En una muestra de generosidad del casting, el gigante retrasado que usa máscaras de piel humana y ataca con la motosierra, aparece rodeado por una parentela que es exterminada a los tiros y quemada junto con la granja en la que viven. En este punto, se introduce un delirio de tragedia griega: una tía de Jed acaba de ser madre y la beba es salvada de la masacre por una pareja que no puede tener hijos.

Muchos años después, esa beba, bautizada Heather Miller, se convierte en una joven que ignora su pasado, pero que casualmente trabaja en la carnicería de un supermercado, hace obras de arte con huesitos y luce como un personaje favorecido de Tim Burton. Como la primera masacre transcurría el 18 de agosto de 1973, no hay forma de que Heather tenga sólo unos 25 años. Así que la película se ve obligada a hacer extrañas contorsiones temporales para no delatar su propia infidelidad. La más obvia: no muestra completa la fecha de la lápida de la madre de Heather.

Ese anacronismo inconfeso sería un detalle menor, si la lista de inconsistencias y lugares comunes que presenta la nueva Masacre en Texas no se extendiera a lo largo y a lo ancho de la narración en un catálogo de situaciones y resoluciones previsibles. La libertad y la amoralidad que exhibía la producción de Hopper hace 40 años es reemplazada por un erotismo de baja temperatura y por un revanchismo genético comparado con el cual la Ley del Talión parece un tratado de Derecho Romano.