Mario on tour

Crítica de Alejandro Lingenti - La Nación

Un viaje de regreso al corazón

Como cantante profesional, Mario tiene una carrera discreta: su circuito de trabajo se limita a despedidas de solteras, casamientos y cumpleaños. Como padre, las cosas no van mucho mejor: su hijo lo desprecia, notoriamente contrariado por la ausencia de un canal de comunicación fluido que los vincule afectivamente. Pero las cosas empiezan a cambiar cuando ese papá desaprensivo tiene la idea de invitar al chico a una modesta gira que tiene como sede más importante un balneario más bien desangelado de la costa atlántica.

La película pone el foco entonces en el proceso de reconstrucción de una relación que en principio parecía destinada inevitablemente al fracaso. Y lo hace con ternura, candidez y un humor de baja intensidad que casi siempre descansa en las ajustadas intervenciones de El Oso, un manager obstinado que interpreta con gracia y soltura Iair Said. El trabajo de Mike Amigorena, sobrio, equilibrado, en completo control de su personaje -un errático, pero tenaz imitador de Sandro-, es otro de los fuertes del film, que en más de una oportunidad queda al borde de sumergirse en un sentimentalismo muy propio de las tiras televisivas, pero termina esquivándolo con una prudencia que se agradece. En ese tour cortito y atado con alambre no es la carrera del cantante lo que importa de veras. Mario lo sabe y a su manera, con paciencia y dedicación, busca dar vuelta un partido que venía perdiendo por goleada.