Manos de piedra

Crítica de Matias Seoane - Alta Peli

El Cholo asciende.

Pocos deportistas tienen apodos tan descriptivos como el boxeador panameño Roberto Durán, campeón mundial de cuatro categorías durante los setenta y ochenta. Hasta quienes no siguen el deporte escucharon hablar alguna vez de sus “Manos de Piedra” y está considerado como de los mejores peso ligero de la historia, pero su carrera de éxitos comenzó con un niño muy pobre en una Panamá convulsionada por fuertes conflictos políticos y económicos en la situación muy particular de tener soldados de una nación extranjera custodiando un territorio que ambos países consideraban como propio, generando las esperable asperezas entre ambas que eventualmente llegaron a enfrentamientos violentos.

Esta película recorre justamente esos orígenes desde ser un niño que peleaba clandestinamente para poder llevarle algo de dinero a su madre a convertirse en el ídolo nacional capaz de enfrentarse al invasor en su propio terreno y derrotarlo.

El Cholo engorda:
La película retrata más que nada la juventud y ascenso de Roberto “Manos de Piedra” Durán, pasando de ser un deportista respetado en su país a convertirse en un verdadero profesional capaz de competir a nivel internacional bajo la tutela de la leyenda Ray Arcel (interpretado por Robert De Niro), pero también como su propio carácter le impidió mantenerse en ese lugar por mucho tiempo después de derrotar al entonces campeón Sugar Ray Leonard. Lógicamente no faltan escenas de entrenamiento y combate bastante épicos, pero lo que pasa en su vida abajo del ring afecta tanto a su desempeño deportivo que no podía quedar como una mención menor.

Un problema muy común con este género no es tanto el tener que concentrar demasiada información en poco tiempo, sino que al relatar la historia de un personaje querido y reciente suele contarse una versión edulcorada de los personajes reales recortando todo aquello que podría llegar a ofender a la gente implicada o los seguidores que irán a comprar su entrada. Esta película no es la excepción y aunque muestra algunos de esos momentos menos halagadores de Manos de Piedra no abunda ni profundiza en sus peores actitudes, las que siendo justo tampoco defiende mucho. El resultado es una caracterización de Manos de Piedra Durán bastante humanizada que aunque es una persona de ira fácil capaz de maltratar a su gente más querida en un mal momento, también lo muestra como un producto de su entorno que hizo lo que pudo con las escasas herramientas que recibió, entre las que claramente no estaban las necesarias para sobrellevar una fama internacional ni el convertirse en el ídolo nacional del que todos esperaban algo.

Todas las interpretaciones son más que satisfactorias y por suerte no están repletas de gente latina falsa que aprendió el guión por fonética como pasa tantas otras veces en producciones estadounidenses, pero un punto muy importante a la hora de que la historia no se vuelva tediosa es que está editada de forma ágil y entretenida, sin perder tiempo de más en intentar exagerar los momentos más dramáticos o en detalles destinados sólo a los más fanáticos del boxeador, dejando quizás como única crítica relevante al respecto la elección de dejar a De Niro relatando en off las mismas cosas que ya vimos o estamos viendo en imágenes.

Conclusión:
Como en toda biopic es muy relevante el interés que tengamos sobre el personaje en cuestión, pero Manos de Piedra hace méritos para resultar interesante aunque no seamos seguidores del boxeo.