Manos de piedra

Crítica de Carolina Taffoni - La Capital

Una historia de película

"Manos de piedra" está muy lejos de las mejores películas sobre boxeo ("Toro salvaje", "Rocky", "Muhammad Ali"). Se trata de una biopic convencional, con todos los tics hollywoodenses y lugares comunes del género. Sin embargo, la intensa historia de Roberto "Manos de piedra" Durán la convierte en una película entretenida y por momentos vibrante. Durán está considerado el mejor peso ligero de todos los tiempos. Es sinónimo de orgullo nacional en Panamá y una inspiración para los deportistas de orígenes humildes.

El guionista y director Jonathan Jakubowicz reconstruye la historia del boxeador desde su dura infancia —cuando robaba para alimentar a su familia—, pasando por su consagración con el legendario entrenador Ray Arcel (Robert De Niro) y llegando a sus días de gloria cuando se enfrentaba en el ring con otro grande como Sugar Ray Leonard. También muestra su aversión por Estados Unidos, la relación con su esposa y el vínculo casi familiar que mantenía con Arcel. La película es una suerte de versión de biografía autorizada, aunque el director se permite brevemente reflejar al ídolo en sus excesos, sus arranques de bronca y su tendencia a la indisciplina.

Las peleas están narradas con precisión y sin mucho alarde de efectismos, y la reconstrucción de época (desde los años 60 hasta los 80) está a la altura de una gran producción. Otro punto a favor es el trabajo del ascendente actor venezolano Edgar Ramírez ("Carlos"), que interpreta a Durán con convicción y sin caer en estereotipos. Y la presencia de Robert De Niro siempre aporta una dosis extra de encanto que tiene que ver con su experiencia y su carisma.