Mamá

Crítica de José Carlos Donayre Guerrero - EscribiendoCine

Espíritus perturbados

Mamá (2013), dirigida por el argentino Andrés Muschietti y producida por Guillermo del Toro, es una película de terror que se adentra de lleno en el género, pero con la particularidad de posicionarse entre el terror fantástico y el psicológico. No obstante, no llega a convertirse en un producto del todo novedoso ya que las técnicas que utiliza para generar miedo, pueden resultar repetitivas llegando a no sorprender. Sin embargo, posee detalles y un enorme misterio que mantiene siempre en vilo al espectador.

La historia se centra en la vida de dos niñas llamadas Victoria y Lily, que después de la desaparición de sus padres (por supuesto todo enmarcado en un extraño suceso) quedaran perdidas en una casa abandonada situada en medio del bosque. Solitarias y viviendo bajo condiciones insalubres pierden todo tipo de sociabilidad. Cuando llegan a ser encontradas andan inclinadas y prácticamente arrastrándose por el piso, salvo por el detalle de que pasan el tiempo dibujando en las paredes. Así son puestas bajo el cuidado de un psicólogo que las va a estudiar y su tío Luke (Nikolaj Coster-Waldau) junto a Annabel (Jessica Chastain). El terror parece encontrarse en las niñas quienes parecen esconder algo dentro de sí cuando en realidad hay un ser extraño que las sigue desde el bosque.

Sin duda lo mejor de la película es ver a Jessica Chastain con una actuacion inusual para el genero: en lugar de convertirse en la típica rubia que se enfrenta a lo desconocido dentro de una casa solitaria, se vuelve una muchacha normal que tiene que aprender a ser madre y hacerse cargo de las niñas. La cuestión materna está muy presente en la película. En ese aspecto se implanta el terror también, aunque luego los elementos del guión vayan por cuestiones más convencionales. Caso aparte, el aspecto visual es lo más imponente, tanto en las escenas de los sueños como cuando al monstruo se le otorga un efecto nuevo, tal vez traído de la mitología griega, o incluso de El exorcista (The Excorcist, 1973).

Sin embargo, toda la atmósfera inquietante que Andrés Muschietti trabajó en su cortometraje homónimo (esta película se basa en un cortometraje realizado en el año 2008) parece diluirse cuando quiere explicar y dar detalles insertando historias míticas, cuestiones psicológicas y tratamientos recurrentes del género. Y aunque el desenlace sea lo más esperado no se puede negar el misticismo de toda la secuencia, haciendo que la fantasía terrorífica gire hacia lo grotesco y casi ridículo. Es ahi cuando la sensibilidad del terror deja de ser solo "de terror", tornando a la película ambigua, extraña e incomprensible.