Mamá se fue de viaje

Crítica de Diego De Angelis - La Izquierda Diario

Comedia sin secretos

En Mamá se fue de viaje , la nueva comedia de Ariel Winograd -Cara de queso, Sin hijos, Permitidos- no habrá demasiado lugar para sorpresas ni sobresaltos. Realizador consumado en este tipo de películas, Winograd descansará en las disposiciones de un género que trabaja con comodidad y soltura desde el comienzo de su carrera. La historia que contará es sencilla.Su tratamiento, en cambio, será previsible y,sobre todo, convencional. El tema volverá a ser, como en uno de sus films más recientes, la paternidad. Pero esta vez, como anuncia su título, lo que desencadenará la acción será una excepción en el devenir cotidiano de una familia "tipo" de clase media alta: la ausencia momentánea de la mujer.

Vera (Carla Peterson) es la encargada de mantener el orden familiar. Después de abandonar su trabajo como abogada, se ocupa de todo en cuanto a los cuidados de sus cuatro hijos y el funcionamiento de su portentoso hogar. Prepara el desayuno, viste a sus hijos, los lleva al colegio y a una serie titánica de actividades que realizan chicos de esa edad y clase social. Y sin embargo está cansada, se siente vieja y poco reconocida. Nadie la escucha, nadie se preocupa por ella. Después de leer una revista para mujeres con recomendaciones tímidas de un feminismo edulcorado y biempensante, decidirá –como forma efímera y pueril de liberación- tomarse vacaciones y dejar a sus hijos a cargo de Víctor, el padre (Diego Peretti).

Víctor es un "ciudadano modelo" que trabaja todo el día como Gerente de Recursos Humanos de una empresa de juguetes, con algún que otro recreo semanal para jugar al póker con amigos o realizar algún deporte.Pero se verá rápidamente en apuros cuando se quede solo con sus hijos. Su incapacidad para resolver cuestiones básicas de la disposición doméstica resultará apabullante. Ya en una de las primeras escenas del film, cuando tenga que hacerse cargo por un momento del cuidado del más pequeño, terminará en el hospital. Muchas escenas culminarán en ese lugar.

Cuando la mujer se tome por fin vacaciones, después de un sinfín de indicaciones de tareas a realizar, la casa se transformará de inmediato en un caos ingobernable. Se sucederán, una tras otra, situaciones definidas fundamentalmente por escenas trilladas del costumbrismo familiar.Situaciones a las que Víctor responderá con total impotencia y desasosiego: cocinar, lavar la ropa, cumplir con la adaptación escolar, lidiar con grupos de wassup del colegio, con la primera menstruación de su hija, con los amoríos de su hijo adolescente. No podrá con ninguna. Además de la ausencia de Vera, en su trabajo tendrá otros problemas. Deberá enfrentarse con un joven emprendedor, canchero y comprador que le disputará -a pérdida-la atención de su jefe y la posibilidad de un esperado ascenso.

En el film de Winograd no habrá secretos, todo estará representado para que no queden dudas respecto de su mensaje, subrayado en cada escena, en cada diálogo, en el conjunto de su puesta en escena. Un mensaje digerible e inofensivo apto para toda público dispuesto al mero entretenimiento acrítico: el padre debe pasar más tiempo con los hijos. Ni más ni menos que eso.

En Mamá se fue de viaje la narración superficial de la historia provocará un temprano desinterés. La película no terminará de profundizar ni aprovechar lo que propone su trama:las contradicciones que sobrelleva la paternidad. No despertará así más que una risa fácil por el comportamiento torpe y desgraciado de su protagonista. Risa que se irá apagando de a poco por el trazo grueso y ramplón de su sentido del humor.

Hacia el final el film se convertirá, a fuerza de reflexiones, pesado y reiterativo, cuando exhiba resoluciones un tanto afectadas de un padre culposo, pero que en ningún momento cuestionará, más allá de su sensibilidad erosionada, los privilegios de los que goza por su lugar específico en la organización social de la familia.