Madame

Crítica de Alina Spicoli - Estrelladas TV

Sirvienta que creen condesa.

“Madame” (2017) es una comedia francesa dirigida y escrita por Amanda Sthers. El reparto incluye a Toni Collette (Sheryl en “Little Miss Sunshine”), Rossy de Palma, Harvey Keitel, Michael Smiley (Baxter en el episodio “White Bear” de Black Mirror), Tom Hughes (Jimmy en “Cuestión de Tiempo”) y Joséphine de La Baume. Fue filmada en París durante seis semanas.

Anne (Toni Collette) y Bob (Harvey Keitel), pareja norteamericana adinerada que vive en Francia, deciden dar una cena prestigiosa en su casa e invitan a doce amigos. Ese día, antes de que se haga de noche, aparece Steven (Tom Hughes), hijo del primer matrimonio de Bob. Su llegada es inesperada para la supersticiosa Anne pero de ninguna manera permitirá que haya trece comensales. Para revertir la situación
convencerá a su empleada doméstica María (Rossy de Palma) para que se una a la mesa haciéndose pasar por una rica amiga española suya. Lo que ni en sueños creía Anne es que en esa velada María conocería al amor de su vida.

Como un relato de la Cenicienta moderno nos llega esta historia que gracias a su guión, sumado al carisma de Rossy de Palma, nos saca más de una sonrisa. Desde la primera escena, en donde Bob y Anne andan en bicicleta, podemos ver que por más que dos personas tengan una posición social alta, no son felices conviviendo juntos ya que se pelean hasta por el mínimo detalle.

Cuando se da paso a la cena, María es la única que se comporta de forma auténtica, sin seguir los consejos de su jefa (no tomar mucho, mantenerse callada, etc). El problema recae en que David Morgan (Michael Smiley), un aristócrata británico, se enamora de María por su personalidad pero a la vez creyendo, gracias a lo que le dijo Steven, que es una condesa española. Cuando David le dice a María que sabe cuál es su secreto, María se piensa que él conoce su empleo real, por lo que el enredo persistirá y Anne querrá
acabar la relación a toda costa.

Toni Collette se luce como una mujer extremadamente superficial que se siente incapaz de asimilar que a una persona de menor categoría le vaya mejor que a ella en el amor. El ego de Anne tiene proporciones altísimas, logrando que en la mayoría del metraje no nos caiga para nada bien por su cruel actitud. Por el contrario, Rossy de Palma le aporta a su personaje una personalidad fresca y divertida. Se nota que tiene buen corazón y trabaja para darle lo mejor a su hija. Como espectador uno quiere que su incipiente
enamoramiento con David persista a pesar de ser de diferentes clases sociales.

Y ahí es donde “Madame” nos engaña de la peor manera: durante todo el filme se consigue con éxito que uno se adentre en el relato, la pase bien y ría en varias situaciones (en más de una escena se habla sobre el “final feliz”); pero cuando llegamos al último tramo, la cinta toma un camino totalmente distinto donde la dicha desaparece en segundos. El desenlace puede considerarse “realista”, pero definitivamente no era lo
que se nos venía vendiendo durante todo el metraje.

Desde el aspecto técnico, “Madame” está súper aprobada por los lujos que transmite, ya sea en los delicados vestuarios de Anne como en lograr que cada ambiente por el que se mueven los personajes sea bellísimo. No obstante la agradable historia nos deja una sensación sumamente amarga gracias a su tan desacertado desenlace.