Machete kills

Crítica de Jorge Luis Fernández - Revista Veintitrés

Un antihéroe con poco filo

Robert Rodriguez inició su trayectoria con la recordada El mariachi, aquel western texmex que costó apenas siete mil dólares. Después, Rodriguez conoció Hollywood mediante Quentin Tarantino y sus películas perdieron frescura en pos de grandilocuencia. Desde entonces, cada nuevo film del hispano es siempre el mismo, pero un poco peor. Machete Kills trae de vuelta a Danny Trejo en su tercera aparición (si se cuenta su debut en el falso tráiler de Grindhouse) como una especie de Rambo mexicano. Machete es un mercenario indestructible, pero también es un fetiche bizarro: es el Pedemonti de Rodriguez, cuyo potencial queda asfixiado por la megalomanía del director. Junto a un despliegue de efectos sin ton ni son, Machete Kills es ejemplar del estilo Rodriguez, que consiste en hacer chicle las ideas. El mayor rival de Machete es un clon; hay un villano sin rostro (puede ser Cuba Gooding Jr., Lady Gaga o Antonio Banderas) y un archivillano que no es tal sino que está al servicio de otro. El colmo de este divague es el final; más que final abierto, Machete Kills no tiene conclusión y se invita al público a esperar el siguiente film. Quedan todos advertidos.