Luciferina

Crítica de Diego Alvarez - Cuatro Bastardos

Luciferina: El que busca, encuentra.
La nueva película de Gonzalo Calzada será un nuevo hito en el cine de género nacional, tanto por el atractivo de su historia como por sus elementos subyacentes.

“Cada cual tiene el Diablo que se merece”
Arturo Pérez-Reverte

El cine de género (fantástico o de terror) nacional ha tenido pocos y variopintos exponentes a través de los años. El mayor, quizás, lo tuvimos con Leonardo Favio y su “Nazareno Cruz y el Lobo (1975)”, un melodrama fantástico con tintes de épica que fue ganando adeptos y se convirtió en obra de culto. Por problemas de financiación o porque las historias costumbristas nos hacen sentir más identificados, este apartado cinematográfico no llega a la calidad de grandes producciones como las que nos brindan en el exterior, y muchas veces se prejuzga ante la nueva salida de un filme de estas características de factoría nacional, también por las mismas razones. Pero no todas son lo mismo.
Luciferina (La bautizada por el Demonio), primera parte de una trilogía llamada “La Trinidad de las Vírgenes”, es el claro exponente de que cuando hay una gran idea, apoyo financiero, tiempo y trabajo, se puede realizar un producto que nada tiene que envidiar a las grande producciones de “afuera”. Y si, además, tenemos a Gonzalo Calzada como realizador e ideólogo del producto, mejor todavía. Recordemos brevemente que su máximo opus fue “Resurrección (2016)”, una cinta de terror gótico donde la razón competía contra la fe en el marco de una Argentina asediada por la peste en el siglo XIX y por elementos sobrenaturales, además del culto a San La Muerte, del cual vemos el génesis en nuestro país.
Luciferina es más una búsqueda constante de los protagonistas, o la protagonista. Su búsqueda de un lugar en un mundo que no se siente propio. Una búsqueda de la identidad. Una búsqueda que la llevará a encontrar algo más peligroso de lo que imagina: Natalia (Sofía del Tuffo) es una joven recluida en un convento cuya madre muere en un confuso enfrentamiento con su padre, quien queda en una especie de coma en el altillo de la casa familiar donde la madre realizaba perturbadoras pinturas sobre un útero demoníaco que cobraba vida. Tras regresar a su casa y ver las secuelas del arrebato de su fallecida madre, su hermana, Ángela (Malena Sánchez) la invita a un ritual espiritual de ayahuasca con un Chamán peruano (Tomás Lipán) a realizarse en un convento abandonado en las islas del Tigre con su violento novio Mauro (Francisco Donovan) y tres amigos de la facultad de psicología: Abel (Pedro Merlo), Osvaldo (Gastón Cocchiarale) y Mara (Stefanía Koessl). El ritual que pretendía develar la verdad que subyacía a la historia de ambas jóvenes se convierte de pronto en una pesadilla que será la clave para la salvación de las almas poseídas que el demonio ha venido a reclamar.
Hay varios punto a recalcar en el filme de Calzada que son importantes ante una visión de “Iniciado” como pretendo ser, ya que he estudiado el ocultismo (que nada tiene que ver con “Magia Negra”, sino con el método del discurso y el develado de las “fallas” del psiquismo): para comenzar un ritual como el que los chicos quieren hacer, bebiendo un brebaje sagrado, se tiene que estar en buenas o perfectas condiciones mentales. Un camino de Iniciación no es tomar ayahuasca y “ver que pasa”. Se necesita preparación previa, y esto es “sacarnos el Diablo de adentro”; no un Diablo como entidad física, sino el que todos los días desune las fuerzas del psiquismo a través de la lucha constante entre nuestros miedos, decisiones, vicisitudes. El Diablo es la pelea eterna en nuestro interior por intentar hacer lo correcto. Literalmente la etimología de Diablo es “el que separa/divide”. Y esta división constante hace que nuestras ideas y pensamientos no nos dejen ir hacia donde verdaderamente queremos, por ende, los automatismos de la psique (ayudados por los traumas del pasado) son los que rigen nuestra vidas.
Volviendo a Luciferina, la trama gira en torno a Natalia (etimológicamente, “Natalis dies”-El día que nació Cristo) y su búsqueda de la verdad, esa verdad que le fue arrebatada y de por qué tiene este “don” de ver la luminosidad u oscuridad en las personas. ¿Para qué sirve? ¿Es un don o una maldición? Junto a su hermana y amigos emprenden esta odisea en la ciudad del Tigre. Mística y visiones de por medio, Natalia parece encontrar el amor; pero todo es pasajero entre personas rotas, donde quien parece ser una cosa, no lo es tanto.
“La Trinidad de las Vírgenes” es una saga de tono fantástico escrita por Gonzalo Calzada y que narra las historias de tres jóvenes vírgenes que, en la misma noche y en extremos opuestos de la ciudad de Buenos Aires, son víctimas de un estado de posesión. Luciferina es la primera historia, a la que le sigue Inmaculada y finalmente Gótica. La saga tiene prevista una versión cinematográfica y una versión novelizada que complementa y amplía el universo de la Trinidad de las Vírgenes.
El filme bebe influencias arquetípicas religiosas como también de clásicos del género, donde los más fanáticos identificarán homenajes a “EL Más Allá (The Beyond, 1981)” de Lucio Fulci, “El Resplandor (The Shinning, 1980)” de Stanley Kubrick e incluso el personaje de Marta Lubos nos hace recordar a “La Lechiguana” de la mencionada “Nazareno Cruz y El Lobo”. Pero en esta historia, como buena cinta de género, subyace un mensaje más profundo, el de la identidad robada, la oligarquia sectaria y la tan afamada y muchas veces ignorada “Elite Demoníaca” que controla cada uno de nuestros pasos y la tenemos tan arraigada que las teorías conspiranoicas no hacen más que ridiculizar el tema y terminamos por seguir nuestras vidas como corderitos al matadero.
Gonzalo Calzada y Cludio Beiza hacen un magnífico apartado visual con la fotografía y el manejo de luces y sombras, creando una atmósfera gótica en el medio de los bosques del Tigre y sus catedrales abandonadas, sobre todo en ese soberbio clímax final del que no voy a contarles absolutamente nada y es, no solo el mejor exorcismo visto en cines, sino el más original y coherente con la trama.
Pero además del apartado técnico y la dirección, las actuaciones destacan al no ser los típicos chicos cancheros del campus a los que querés ver muertos desde el principio, sino que son seres con una vida que es casi palpable, sufrimientos y afrentas que deben superar. Claro que Sofía del Tuffo y su “Luciferina” son una gran revelación de la que queremos tener más noticias en el cine de genero nacional.
Y si de cine de género nacional hablamos, la leyenda Chucho Fernández, alguien que no debe faltar nunca en estas producciones, también hace una participación especial en el filme…pero no vamos a develar el misterio.
Luciferina (La Bautizada por el Demonio) será seguramente un hito en la realización de producciones de género en nuestro país, ya que pocas veces se ha visto este tipo de películas y es, de seguro, la mejor en años.