Los argentinos Nicolás Rodríguez Fuchs y Pablo Pivetta presentan Los últimos, un documental que deja ver la crisis que atraviesa la imprenta tipográfica y, de paso, nos enseña sobre este oficio.
El avance de la tecnología es muy beneficioso en muchísimos aspectos, pero, también, en diversas ocasiones, tiene consecuencias negativas. En este caso (y en otros tantos) la llegada de la era digital conlleva la pérdida de algunos empleos. Los últimos se adentra en el mundo de las imprentas tipográficas, un oficio que está pronto a desaparecer frente a las nuevas formas de encarar el diseño gráfico.
Nicolás Rodríguez Fuchs y Pablo Pivetta priorizan a quienes se dedicaron durante toda su vida a este oficio. El relato en primera persona, directo y sin tapujos, permite que el espectador empatice con estos hombres nostálgicos que, poco a poco, están dejando ir aquello que aman. El recorrido por las pocas fábricas que aún se mantienen (una de ellas debe cerrar sus puertas tras 50 años) nos hace sentir cierta melancolía a pesar de lo alejados que podamos estar de este mundo.
Pese a todo lo negativo que parece enfrentar la imprenta topográfica, también se deja entrever un pequeño hilo de esperanza: dos jóvenes se muestran interesados por este oficio (compran los artefactos del taller que tuvo que cerrar sus puertas). Todo parece indicar que serán “los últimos” que depositen sus sueños en este trabajo, aunque claramente lo harán con una vuelta de tuerca.
La fotografía es uno de los aspectos más cuidados en este documental. Repleto de planos detalles, nos adentra de lleno en esta labor que parece estar pronta a desaparecer. Prácticamente cada plano está ahí para enseñarnos/mostrarnos algo. Esto se hace más notorio sobre todo en las escenas que se llevan a cabo en la fábrica. Ahí la cámara capta de una manera precisa y exacta el minuto a minuto de la magia que se realiza dentro de estos talleres.
Los últimos es un documental preciso e interesante. Nos adentra de lleno en un mundo desconocido para muchos, en especial para las nuevas generaciones. Funciona como un pedido de ayuda para que esta labor no termine de desaparecer ante la llegada de las nuevas herramientas tecnológicas.