Los pingüinos de Madagascar

Crítica de Pablo Sebastián Pons - Proyector Fantasma

SONRÍAN Y SALUDEN

Mientras Pixar parece concentrarse en películas con mensajes bien intencionados, basados en valores como la unión y la amistad, a través de los años Dreamworks se ha diferenciado de estos desarrollando un humor mucho más físico e irónico, basado en la fluidez y el cinismo. Es decir, mientras que la empresa del grupo Disney tiene al humor como un medio para transportar el mensaje de sus fabulas modernas, Dreamworks lo tiene como fin. Y es en ese objetivo que casi se han especializado en crear personajes secundarios con enorme carisma y gracia, y esto sumado a la última moda occidental del spin off dan como resultado Pingüinos de Madagascar.
La película empieza contando los orígenes de Skipper (Tom McGrath), Kowalski (Chris Miller), Rico (Conrad Vernon) y su encuentro con Cabo (Christopher Knights). La trama versa sobre las aventuras de estos en su intento por salvar al mundo del malvado pulpo Dave (John Malkovich), quien cree que los pingüinos le habían robado el protagonismo cuando eran compañeros en el zoológico de Nueva York, y obviamente, quiere venganza. El cuarteto polar tendrá en el camino la ayuda de un grupo especial de tareas que, más allá de ser útiles en un par de chistes, realmente no alcanzan su potencial.
Probablemente en la intención de dirigirla a un público infantil se justifique la necesidad de un argumento lineal enmarcado en un ritmo frenético y una sucesión cuasi interminable de chistes. Lo que esta puesta implica es un riesgo enorme en cuanto al resultado final debido a que no todas las escenas son efectivas y no todos los chistes funcionan. De hecho, el gag de Skipper sobre el nombre de Dave es repetido la cantidad de veces necesarias como para que a la mitad ya no cause ni una sonrisa.
Sin embargo, Pingüinos de Madagascar acierta cuando apuesta a la fluidez frenética de la acción (característica explicita de Madagascar 3: Los Fugitivos) y ese histrionismo constante que le debe más a los Looney Tunes que a Los Tres Chiflados. La película de Darnell y Smith es más bien un entretenimiento auto conclusivo con buenos momentos pero que inicialmente no logra la consistencia que se le puede exigir a una saga. Cuando en las tres Madagascar funcionaban a la perfección, el envío en solitario podrá hacer las delicias de los más chicos por aquella sencillez de la propuesta, pero cuando de un público más amplio se trata, mejor permanezcan bonitos y gorditos, muchachos. Bonitos y gorditos.