Los insólitos peces gato

Crítica de Héctor Hochman - El rincón del cinéfilo

Algo del orden de la molestia juega en mi cada vez que se justifica, ya sea un texto fílmico o teatral, desde el lugar de estar narrando algo “basado en hechos reales”, como si esa variable tuviese una importancia mayor respecto de una buena construcción del relato.

Hace unas pocas semanas tuve la desagradable experiencia de ver una obra de teatro que no sólo estaba basada en sucesos supuestamente acaecidos realmente, sino que además, al igual que el filme “Los insólitos peces gato”, estaba determinada como “autobiográfica”.

“Estadio de arena”, el titulo de la obra teatral en cuestión, relataba el reencuentro de dos hermanos con el fin de arrojar las cenizas del padre al mar, en una playa en la que veraneaban cuando jóvenes, en Punta del Este.

Bien, en la vida real el padre estuvo presente en el estreno de la obra, los hermanos se llevaron de maravilla toda la vida, ninguno jugó al fútbol, ¿Qué era lo autobiográfico? El texto aburrido y las actuaciones eran impresentables ¿Por qué lo justificaban entonces desde esa variable? ¿Deberíamos ser condescendientes por ese motivo? Como decía Oscar Wilde, un texto está bien o mal escrito, luego sigamos analizando. Si inmediatamente, e interrogando, investigando un poco nomás, todo se deshacía irremediablemente.

No es en los resultados finales exactamente el caso del filme, pero sucede algo semejante. Presenta muy bien los personajes, instala buenas ideas, ya desde el titulo, conforma desde la imagen, el encuadre, la dirección de arte de manera muy interesante las posibilidades de lectura, para luego pasar a ser una sucesión de acciones, vivencias con una muy débil progresión dramática, donde las motivaciones no están presentadas, por lo tanto su desarrollo es nulo y las modificaciones en “casi” todos los personajes no se perciben.

¿Las razones del título? En principio se podía suponer que haría referencia a la familia de peces siluriforme, conocidos como nicuros, o camchimalas, en Ecuador. Pero no. Se nos muestra varias veces una pecera vacía, en la misma hay pegado un cartel con el titulo de la película, al tiempo que dentro de la pecera hay un “maneki neko”, muñeco originario de la cultura japonesa, conocido acá, en occidente, como “gato de la fortuna”.

En el transcurso del relato, y esta podría ser una interpretación valida, es poder ver esa imagen como anticipando que algo o alguien esta en un lugar que no corresponde, que no le pertenece, visto como de extrañeza, para finalizar como una metáfora visual, con la pecera con agua, un par de peces y el gato.

La historia de Claudia, una joven huérfana, solitaria, adusta, que trabaja en un supermercado, duerme en una especie de garaje en desuso, que un buen día, termina en una sala de urgencias con un severo caso de peritonitis. Allí conoce a Martha, su compañera de cuarto, padeciendo una enfermedad terminal, quien vive acompañada por sus cuatro hijos.

Después de salir del hospital, Martha invita a Claudia a su casa, principio de una bella amistad casi sin futuro.

El único conflicto presentado es el de Claudia con la hija mayor, quien siente que está siendo desplazada del afecto maternal por la desconocida. Conflicto que no se desarrolla y se resuelve como por acto de magia, por la sola insistente presencia de Claudia, o vaya uno a saber el porque.

Es por ello que lo único que produce es que luego de las presentaciones las acciones, sólo por mostrar algo, sin injerencia en el aumento de ningún orden, todo se torne poco interesante, por ende aburrido.

De todos los secciones que componen el quehacer cinematográfico se destaca la dirección de fotografía, responsabilidad de Agnes Godard, quien ya había mostrado sus cualidades en filmes como “La Hermana” (2012), “Partir” (2009) “Home” (2008).

En cuanto al rubro actuaciones Lisa Owen en el personaje de Martha, la madre, es la que tiene mayor cantidad de matices como para sobresalir, el deterioro que produce la enfermedad no es sólo en el cuerpo, también logra transmitirlo desde la voz y el rostro. En esta variable la sorpresa viene de la mano de la joven Wendy Guillen, como la menor de las hijas, en tanto que el resto del elenco entre imperturbables, sin composición, y actuaciones no creíbles, se pierden como el texto.

La opera prima de Claudia Sainte-Luce intenta presentarse como una comedia dramática que exploraría la generosidad y el afecto humano, que quiere decir muchas cosas, abarcando algunos temas, pero se queda encerrada sobre si misma sin terminar de instalarse.

En la Argentina a los peces gato también se los conoce como bagres, ¿Quién se come uno?