Los hongos

Crítica de Sergio Szymsowicz - Cinevivo

La vida del Grafitti callejero.

El pasado jueves 3 de septiembre se inaugurò la 2ª edición de la Muestra Internacional de Cine y Ciudad denominada “Ciudades Reveladas”. Esta Muestra finaliza el miércoles 9 de septiembre. Hasta entonces, podrán ver decenas de films, entre cortos y largos, la mayoría sin estreno comercial nacional, siempre con entrada libre y gratuita.

Vale agregar que esta exhibición dio su paso inicial en el año 2013 para luego girar por las ciudades de Salta, San Salvador de Jujuy, Córdoba y Rosario el pasado año. En esta ocasión tal como informa su programa, “la invitación es a transitar a lo largo de una semana por el cine documental, de ficción, experimental, y de autor que tiene como protagonista la ciudad”

El largo de apertura fue Los Hongos, de Oscar Ruiz Navia, sin lugar a duda ya de lo más destacable del cine colombiano en cuanto a dirección y puesta.

En esta oportunidad, el director de El vuelco del cangrejo nos presenta lo más atractivo del arte callejero pero de la ciudad de Cali. Básicamente, es la historia de dos adolescentes con vidas distintas pero con lenguajes corporales muy parecidos; uno es el afrodescendiente Ras, quien llega a la ciudad, al distrito de Aguablanca desplazado junto a su madre, y el otro es Calvin, un universitario hijo de padres separados, de clase media y que vive con su abuela, una anciana llena de amor por su nieto y que padece de cáncer.

A ambos los une una única pasión: el amor por el arte callejero. Llenar a escondidas las paredes de la ciudad con sus dibujos es lo que más los motiva y por eso hacen todo por conseguir las pinturas para realizarlas, lo que le trae como consecuencia a Ras el ser despedido por robar pintura de la construcción donde trabajaba. Primer golpe del film de entrada.

Al recorrer los 103 minutos de Los Hongos uno recorre varios momentos. Por un lado, se sentirá como un ojo de halcón contemplando el arte de estos artistas de las paredes callejeras y que nos permite entrar en su mundo, su estilo de vida y pensamiento, que seguramente, producirán nuestra primer incomodidad preguntándonos si es eso realmente arte. El director en esto nunca pierde la coherencia: no pretende un espectador pasivo sino más bien incomodo en su butaca, generándole decenas de prejuicios para que su vista se inquiete toma tras toma.

Los Hongos es un film un tanto ecléctico que mezcla varias estéticas a nivel montaje. Por un lado, cada escena se toma su tiempo, el director no es presuroso en realizar tomas no justificadas, por el otro intenta que los cuerpos estén en un movimiento constante, atravesados por historias del pasado llevándolos al presente. Es por ello que hay mucho movimiento emocional, que tiene a varios personajes disimiles entre sí, y muchos tópicos que pasan por el amor de familia, la amistad, la juventud y la aventura, a la crítica social, la religión, la política – haciendo uso de la sátira -, y la locura de la calle.

Aunque todo este mix no pareciera ser orgánica en su conjunto; hay transiciones bruscas, cambios de ambiente notoriamente diferentes. Indudablemente, son decisiones desde la cámara y el montaje (sobre todo) que terminan por confirmar el carácter urbano y semireal de este largometraje. La fotografía es vívida, lo que se traduce en una nítida experiencia en pantalla, gracias también a que su formato de rodaje fue el de 35mm.

La elaboración de un gran grafiti será la excusa para mostrar el arte urbano y los conflictos que ello trae, mostrado con inteligencia con imágenes de afección a lo Bresson conjugado con fotos en movimiento de precepción de estos artistas y que nos permite entraren su mundo, su estilo de vida y pensamiento. Los actores que participan en la película son reales, grafiteros de la movida en la ciudad que colaboraron con Oscar Ruíz, que improvisaron bastante y que ayudaron a moldear el guion.

En definitiva, este largometraje muestra un proyecto que puede surgir desde el dolor y se refleja en los cuerpos de los protagonistas.

Podría pasarnos, como me ha sucedido, que al escuchar el título Los Hongos, me situe de inmediato en un imaginario de drogas y placer y descontrol. Pues bien, equivocado estaba porque aunque por momentos el director se tienta en caer en el cliché, la metáfora en el título remite a los hongos explorando su sentido literal: seres vivos que aparecen en contextos de tremenda podredumbre y descomposición. Los hongos son la vida que surge en la muerte. Todas las personas que aparecen aportaron parte de su propia historia y existencia, creando un mundo que se aleja del realismo ortodoxo y se acerca mejor a una ensoñación; un tipo de mundo en el que huir en bicicleta a gran velocidad en medio del tráfico, mientras el viento roza la piel, puede devenir en una epopeya. Una película que tiene lo descrito como punto alto ,pero que con ciertos pasajes de historias de amor ya usadas mucho en el cine, cae en algunos pozos que inclusive hace que el film dure casi 2 horas, cuando bien podría haber contado todo en 90 munutos. Agradable, pero incomoda, con un montaje justificado pero eclectico , Los hongos nos sirven un menú digno de ser digerido.