Los descendientes

Crítica de Alejandro Castañeda - El Día

Una familia en crisis

Es una tragicomedia muy forzada que retrata, como lo hace el cine de Payne ("Entre copas"), la crisis de un hombre maduro. Matt es un agente inmobiliario de éxito en Hawai. Pero de golpe, todo se le viene abajo: su mujer se accidentó y está en estado vegetativo; los médicos le aconsejan desenchufarla; se tiene que hacer cargo de sus hijas (que lo ignoran) y encima se entera que su mujer lo engañaba. Así empieza. Como telón de fondo, están Hawai, sus costumbres y sus diferencias de clases (el pedido de perdón de la hija a otra nena). En lugar del melodrama, la idea de Payne es demostrar que, en ese escenario tan crítico, nadie es culpable ni inocente. Sus criaturas, con sus caídas y sus noblezas, son humanas y próximas. Pero la película derrapa. No acierta ni en la tragedia ni en la comedia. Los personajes se transforman de un día para otro (las nenas), Matt hace tonterías (pide consejos al amigovio de su hija sobre la infidelidad hogareña; sale con las nenas a buscar al amante) y son indefendibles las discusiones y ataques al borde de la cama donde agoniza la mujer. Es una pena, porque el director Payne es un artesano que sabe humanizar sus personajes y la historia daba para algo menos burdo.

El filme, más allá de estos gruesos pincelazos, es también una historia sobre el perdón: todos terminan aceptando y perdonando. Para algo sirvió la crisis, piensa Matt al final.