Lightyear

Crítica de Javier Mattio - La Voz del Interior

Soledad infinita

Buzz Lightyear encabeza su propia aventura galáctica animada sin los muñecos compinches de “Toy Story” en “Lightyear”.

Propulsado al género que sugiere su carcasa de astronauta, Buzz Lightyear protagoniza su propia película espacial en Lightyear, nuevo tanque animado de Disney/Pixar.

El personaje salido de la franquicia Toy Story (voz en inglés de un simbiótico Chris Evans) aterriza en un planeta inhóspito en una época distante junto a la comandante Alisha Hawthorne, con quien integra una patrulla de exploración intergaláctica.

Ya allí se hacen evidentes las ambivalencias heroicas del personaje, focalizado en su llamado altruista con seriedad terca y escaso ánimo de equipo: a la hora de combatir contra unos tentáculos alienígenas, rechaza la asignación del cadete al que llama “ojos tristes”, proyectando en él la exigencia que se prodiga a sí mismo y que parece emerger de un solitario miedo al fracaso.

Esa neurosis y su antítesis grupal acompañan el mensaje de la película entera, que acaba de ese modo replicando el tono de Buzz, algo monótono sin sus colegas de Toy Story. Los gags son contados (la existencia de alarmas de auto y lapiceras en el futuro, la poco práctica evolución del sándwich con el pan en el medio y el relleno afuera), a la vez que el filme salta de una aventura a otra como si temiera enfrentarse a su vacío de spin off.

Hay algo triste gravitando de fondo en Lightyear, quizás el extravío creativo de Pixar en tiempos pandémicos o la refutación de todo porvenir en el retorno regresivo a la vieja ciencia ficción. Dicho esto, se agradece que no haya golpes bajos emocionales como los de Coco, al tiempo que es innegable la exquisitez técnica y la fidelidad conceptual en la invención del universo inferido del muñeco: Lightyear es Buzz Lightyear.

Es justamente para mitigar la sequedad del héroe que el director y guionista Angus MacLane y su coguionista Jason Headley introducen al gato Sox, un robot inteligente que hace más simpático el argumento y de paso salva las papas cuando es necesario.

Será junto a él y a una pequeña tropa compuesta por la nieta Izzi Hawthorne, el dubitativo Mo Morrison y la veterana Darby Steel que Lightyear emprenda la misión crucial del filme, la de liberar al planeta ahora civilizado de la invasión de unos autómatas hostiles, allí donde la hipervelocidad se enlaza con el viaje temporal.

No sorprende que en una historia tan cerrada el enemigo termine siendo él mismo, y que de esa silueta doble asome una secuela.