Líbranos del mal

Crítica de Jorge Luis Fernández - Revista Veintitrés

El camino del exorcista

Desde que El exorcista inventara, para el bien o el mal del cine, el subgénero de horror eucarístico, todas las películas sobre posesiones siguieron un rumbo más o menos parecido, crecidas a la sombra de un hit difícil de superar. Líbranos del mal es una variación de la posesión original y eso la hace interesante. Mientras en el clásico de William Friedkin el detective juega un rol marginal, en este film la investigación tiene un rol predominante, a punto que el director Scott Derrickson (El exorcismo de Emily Rose) alterna con buen pulso entre ambos géneros.
El oficial Sarchie (Eric Bana) sigue una serie de hechos violentos vinculados a ex marines (el diablo, como en El exorcista, proviene de Medio Oriente; en este caso, de Irak). Hay un operativo en un zoológico a oscuras, luces infrarrojas y una mujer enloquecida que recita “Break On Through” de The Doors. Es lo mejor de la película. Después surge, inevitable, el cura católico, para explicarle a Sarchie que los líos provienen del más allá. El venezolano Edgar Ramírez representa a un exorcista atípico, rockero, un Lou Reed católico, cuyo estilo es forzado y va a contrapelo del drama. Pese a todo, Líbranos del mal tiene suficiente para complacer a los fans del género.