Las herederas

Crítica de Héctor Hochman - El rincón del cinéfilo

Precedida por premios importantes como los logrados en el festival de Berlín en la última edición, Premio FIPRESCI y el Oso de Plata a la mejor actuación femenina, por lo realizado por Ana Brun encarnando al personaje, justifica el premio, sin saber con quienes competía, se estrena esta película paraguaya.

Hecho por el cual la expectativa era muy alta, esto en la mayoría de los casos termina por perjudicar al producto propiamente dicho, no es esta la excepción que confirma la regla, acá lo que promueve a plantearse es porque tanto ruido.

Tiene un delicado tratamiento visual, es verdad, por momentos bastante aletargado, hay un conflicto al principio que se resuelve casi automáticamente para dar paso a un recorrido del personaje principal, Chela, interpretado por la actriz ganadora en Berlín.

En ese desarrollo hay más mesetas narrativas que progresión dramática, minutos en los que ninguna información nueva es otorgada, por lo cual los casi 100 minutos de duración se tornan por momentos tediosos.

El filme abre con una imagen más que prometedora, la de alguien que espía, luego sabremos que es desde el punto de vista de Chela, pero una vez que abre el plano y se plantea la situación todo queda en promesa. Relata la historia de dos señoras pertenecientes a la alta sociedad paraguaya. Presentadas muy superficialmente podría tratarse de dos hermanas que heredaron una pequeña fortuna como para vivir holgadamente de manera improductiva. Pero a sus 60 años el dinero ya no alcanza y la situación de ambas cambia.

La casa que Chela y Chiquita (Margarita Irun) en Asunción, lugar en el que vivieron toda su vida, se está deteriorando, las paredes y el mobiliario sintetizan ese paso del tiempo, casi como una metáfora de ellas mismas. La rutina y la soledad de ambas quedan implícitas en su relación, donde ya las palabras huelgan, miradas y los sobreentendidos hacen uso de ese acomodamiento.

Pero todo empieza a derrumbarse cuando las falencias económicas se hacen presente, Por un lado Chiquita las endeuda por demás, de ahí a desprenderse del patrimonio es un paso, el segundo paso es caer en la tentación, fraude de por medio, que la cárcel termina por ser su destino. Esto todo en los primeros minutos.

Situación que obliga a Chela hacerse cargo de ella misma, intenta protegerse, se ve obligada a trabajar y atravesar esa nueva situación. Esa salida de su propio encierro la encuentra trabajando como remisera para señoras de tan alta alcurnia como ella, es entonces que conoce a Angy (Ana Ivanova), una mujer más joven, y algo provoca en ella una revelación, casi una rebelión sentimental.

Todo está insinuado, bastante a medias, queda en el espectador leer lo que termina por establecerse sobre el final del filme, en los últimos cinco minutos, antes es una consecución de viñetas y vivencias sólo sostenidas por la actuación de las actrices.