La última fiesta

Crítica de Pablo Sebastián Pons - Proyector Fantasma

LA GRAN ESTAFA
Alan, Dante y Pedro son, mediante circunstancias particulares, amigos desde la infancia y se han mantenido inseparables hasta el presente. Ante la crisis de pareja de uno de ellos, los dos restantes armarán una fiesta de grandes proporciones para levantarle el animo. Con La Ultima Fiesta, Nicolás Silbert y Leandro Mark encaran su segundo largometraje en conjunto, después de Caídos del Mapa (2013), en el cual cuentan las desventuras de este trío de jóvenes adultos a partir de la perdida de un cuadro en el evento del titulo.

Es tan previsible como irresistible afirmar que La Última Fiesta es un promedio exacto entre Proyecto X (Nima Nourizadeh, 2012) y ¿Qué Pasó Ayer? (Todd Phillips, 2009), pero aún así absolutamente necesario, especialmente con esta última. Nicolás Vázquez (Alan) y Benjamín Amadeo (Pedro), en sus reinterpretaciones de Phil (Bradley Cooper) y Alan (Zach Galifianakis), cometen el error insoportable de querer hacer reír en cada intervención. Y si bien, nobleza obliga, en algunas oportunidades logran una fluidez en sus intenciones humorísticas, también arruinan aquellas que podrían haber funcionado. Repasen sino la escena de la espera en la esquina donde Alan le pide a Pedro que confié en él y vean como Silbert y Mark pasan de un plano cerrado a uno totalmente abierto con el claro objetivo de que nadie se pierda el chiste (visto mil veces).

Y como Vazquez y Amadeo, La Última Fiesta se convierte desde temprano en un cúmulo de situaciones insólitas cuyo únicos objetivos son ser mas ridículas y zarpadas que la anterior y, de este modo, forzar la risa con recursos que van desde el mal gusto hasta lo escatológico. Que de por sí no está mal (sino revean Borat), pero atenta contra la propia película cuando se convierte en un fin en cada acto al disponer toda su estructura narrativa al servicio exclusivo del chiste y el gag. Irónicamente, el largometraje encuentra sus momentos mas agradables cuando disipa esa cortina de humo eufórica, se tranquiliza y quiere contar algo. Las peripecias de ese artista frustrado que es Dante, el personaje del cumplidor Alan Sabbagh, el énfasis que por momentos le pone a la amistad del trío o las dinámicas de pareja.

Mas allá de una sana apuesta a la renovación de ciertas figuras del humor local, las intervenciones de Julián Lucero (Cualca!), Ezequiel Campa (del standup homónimo), Sebastián Presta (Duro de Domar) y Julián Kartun (Por Ahora) aunque logran darle cierta frescura, no pueden salvarla de su propia misoginia, y obsesión sexual y escatológica. Como en una mala película de terror, Silbert y Mark buscan el estimulo constante y efectivo, el problema es que pocas veces lo encuentran.