La última fiesta

Crítica de Martín Pérez - DiarioShow

Se vino la pachanga

"La última fiesta" aggiorna un género tan hollywoodense como es la comedia de aventuras y sin negar las referencias a películas como “¿Qué pasó ayer?” pone ingredientes autóctonos de nuestra cultura, gags y comentarios bien argentinos, para crear un producto interesante y sin dudas pionero en la industria nacional.

"Pasame más tinto, se vino la pachanga” dice una de las canciones de "Vilma Palma & Vampiros” y una de las más “fiesteras” de nuestro país. Y qué mejor que aggiornar un género tan hollywoodense como es la comedia de aventuras y fiesta que con un símbolo de diversión nacional. Con esta canción, larga desde los créditos iniciales el filme dirigido por Nicolás Silbert y Leandro Mark, casi un golpe bajo al apelar a un catalizador de tantas noches entre amigos y predispone a pasarla bien desde el inicio.

Alan (Nicolás Vázquez), Dante (Alan Sabbagh) y Pedro (Benjamín Amadeo) son tres amigos inseparables que crecieron juntos. Dante se separa de su novia el mismo fin de semana que a Alan, agente inmobiliario, le entregan una mansión para mostrar. En la noche pasa de todo y ellos se coronan como reyes de la fiesta, hasta que en la mañana posterior se dan cuenta de la ausencia de una valiosa obra de arte. Por la locura de la celebración, los tres padecen lagunas mentales sobre lo que sucedió, pero con esfuerzo se dan cuenta de que pueden encontrarla. Un grupo de música muy extraño, una fan hermosa (Eva de Dominici) que enamoró a Alan, un dealer con problemas mentales y un sicario transformarán esa búsqueda en una misión casi imposible.

Sin negar las influencias y referencias a películas como “¿Qué pasó ayer?” y otras de temática similar, y parados sobre esa estructura, “La última fiesta” pone ingredientes autóctonos de nuestra cultura, gags y comentarios bien argentinos, para crear un producto interesante y sin dudas pionero en la industria nacional. Aquí no hay pretensiones más que la de hacer que el público pase un buen rato. Allí gana también con la incorporación de Martín Campa, Julián Kartun y Luciano Rosso, que vienen del nicho humorístico teatral, un acertado cameo con texto de Sebastián Presta (Préstico -“Duro de domar”), y la presencia de Graciela Pal, César Bordón y Roberto Carnaghi, que están siempre a la altura. Otro logro del largometraje es el equilibrio en el trío protagónico, que entona en forma coral una afinada armonía humorística, aunque Amadeo sobresale por correrse de todos los lugares comunes en los que con otras propuestas podría caer (cómo galán y cantante) y demuestra un gran tino para la comedia.

“La última fiesta” es una de las marcas de un tiempo de cambios drásticos para el cine nacional, en un año en el que el cine de género recibió numerosas nominaciones en los Cóndor de Plata, por ejemplificar con el evento más cercano, pero en el que hace años los directores de esta -relativamente nueva- forma de hacer películas vienen trabajando para ser reconocidos de la misma forma que sus pares y no ser enjuiciados por reinterpretar influencias extranjeras.