La suerte en tus manos

Crítica de Maria Marta Sosa - Leer Cine

UN HOMBRE VALIENTE

La suerte en tus manos, la nueva película de Daniel Burman se posiciona como la mejor de toda la filmografía del director argentino. En esta oportunidad, el realizador ofrece una nueva lectura de todos los temas que ya son marcas propias de su cine.

Uriel (Jorge Drexler) expone sus dudas al Dr. Weiss (Luis Brandoni) acerca de la vasectomía a la que desea someterse. La presentación de nuestro protagonista es en un plano medio, corto, se ve una pequeña referencia del Dr. Weiss, todo el resto lo ocupa el cuerpo de Uriel, o su abundante discurso, lleno de elucubraciones, confesiones, reafirmaciones existenciales. Lo notorio de esta introducción es el montaje, el paso de plano a plano es mediante corte sobre el eje. Este tipo de enlace es llamativo, al principio puede resultar poco armónico, en las antípodas de una concepción clásica de cine, pero cobra importancia y atino al final de La suerte en tus manos. En ese despliegue verbal Uriel se oculta, encubre su temor a formar una nueva familia (ya tiene dos hijos), a encontrar una relación que lo descubra.
Toda la película está atravesada por la tensión que Daniel Burman, director y co-guionista, arma entre los pares opuestos verdad-fin de la vida y azar-mentira. En hebreo, emet, verdad, conlleva un aspecto dinámico, una acción de sustento, de protección para que algo no se quiebre, no se caiga. Para pensar el fin de la vida, aquello a lo que tiende todo lo que existe o acontece, tenemos que realizar una prolepsis hasta Grecia, donde lo pensaron todo, allí este concepto aparece relacionado a alguna cosa que nos sea propia. A un bienestar, acompañado necesariamente del placer. Esa especie de actividad apropiatoria nos lleva directamente a los personajes de La suerte en tus manos: tanto Uriel como Gloria (Valeria Bertuccelli) tienen algo que “se guardan”, en realidad los personajes que los rodean también, Germán (Gabriel Schultz), amigo de Uriel, una novia; el Dr. Weiss, jugar al poker. Susan (Norma Aleandro), madre de Gloria, el canto. Uriel le oculta a Gloria su verdadero trabajo, se esconde con capucha, lentes, en las mesas de poker. Cuando Gloria descubre que Uriel no es productor de eventos artísticos, Sara, la hija de Uriel, le pregunta, para defender al padre, si no hay algo que se guarda porque todos nos guardamos algo. Esa condición de ocultar algo está relacionada, en Uriel, con lo que él puede manipular. Son interesantes los planos dentro del casino, casi planos detalle, cuando Uriel toca las fichas, el sonido también intensifica esta acción ya que escuchamos de manera nítida el sonido de las fichas que van y vienen de las manos de Uriel. Todo aquello que Uriel puede dominar es lo que lo fragmenta, así como aquel corte sobre el eje, cada jugada, cada apuesta por crearse un ser que no es lo divide, lo lleva a la tristeza. Dentro de este plano del ocultamiento-manipulación entramos en la otra parte del par: azar-mentira. Siguiendo con el esquema griego, el azar es considerado como aquello que no sucede la mayoría de las veces. Si bien Uriel juega al poker, y así como dispone sus cartas sobre la mesa, controla la posibilidad de una paternidad futura con la intervención, pero a esta fuerza que Uriel ejerce sobre el azar (tanto en la partida como en encontrar o descubrir a la mujer de su vida) se le suma otra que podríamos llamar la del agape. Nuevamente La suerte en tus manos se vuelve a estructurar entre los pares antes mencionados pero la soga de la que ambos pares se sostienen es esta nueva fuerza que se le empieza a develar a Uriel y a Gloria como los protagonistas principales de esta lucha. Esta soga a la que llamamos agape es la reunión, la familia, en ella todo es verdad, unidad. Fuera del agape (amor en griego) está eso que está por atrapar a Uriel: el azar, la división, la soledad. Por eso, quizás en uno de los planos más bellos de todo el cine de Burman seis personas caminan, al anochecer, en plano general hacia el horizonte, en paz, amistad, religados por ese amor que hará que los pares se relajen, que no haya tanta tensión y los personajes puedan caminar hacia la misma dirección, hacia un mismo fin con la firme convicción de que la realidad no es una cosa manipulable y que lo que está en sus manos es la elección que podemos hacer, la apuesta por algo, por alguien. Todo esto sostenido por el coraje de Uriel, que pudo comprender que un hombre valiente puede sentir temor pero eso sí se puede dominar y avanzar junto a su nueva familia, eso sí es lo que está en sus manos.