La soñada

Crítica de Marcela Barbaro - Subjetiva

La Soñada, de Alejo Domínguez
Por Marcela Barbaro

La provincia de Córdoba es el escenario elegido para la apertura de la oficina de desarrollo audiovisual que cuenta con el apoyo del INCAA. La Comisión de cine (Film Comission) es un incentivo para las producciones nacionales e internacionales, a través de la cual se ofrece a productores y directores de películas, todo el abanico de servicios de locación, infraestructura y personal que tiene el Valle de Punilla, la Cumbre y Córdoba en general. Podrán filmar en un lugar paradisíaco con las ventajas naturales que propone el lugar desde lo geográfico, lo cultural y lo estético.

En ese marco debuta la ópera prima de Alejo Domínguez La soñada con la participación de Romina Richi, Iván González, Cristina Alberó y Bárbara Lombardo. Un drama que narra el proceso depresivo que atraviesa la guionista Victoria Feldman (Ricchi) al no poder escribir ni alcanzar la inspiración. Bajo tratamiento psiquiátrico y en conflicto con su madre (Alberó), ella deberá entregar un guión al productor de cine (Luis Ramírez) con el que trabaja. A pesar de esta falta, él sigue creyendo en ella, y le presta su casa “La soñada” en las afueras de Córdoba para que se inspire. Allí vive Marcos (González) el hijo del productor que se dedica a la actuación amateur y al golf. También está su novia Eva (Lombardo) una joven actriz con la que planifica un espectáculo de performance por Europa. La convivencia no será muy fácil para Victoria, quien deberá lidiar no sólo con las rarezas de la pareja, sino también con sus propios fantasmas y deseos.

El inicio propone una narración introspectiva, donde la protagonista está en un proceso de búsqueda, el ritmo es el lento y la voz en off se introduce una y otra vez en las imágenes. El viaje de Victoria la coloca bajo un paisaje imponente que se abre a su alrededor. Los planos generales y las tomas aéreas de las sierras cordobesas, las vuelven tan o más protagonistas que el resto de los personajes. Al llegar, Victoria conoce a Marcos, un Iván González al que nuevamente le explotan su acento español y habla francesa, aunque, convengamos, tampoco aporta mucho más su interpretación. También se vinculará con la enigmática Eva (una fresca y natural Bárbara Lombardo), con quien sentirá una atracción no muy clara. Eva tiene la libertad y la despreocupación que carece Victoria, en eso radica la atracción de quien será su musa inspiradora.

La Soñada plantea una historia que se encierra en sí misma y se desorienta, al igual que su protagonista en la escena del laberinto, una trillada metáfora sobre su propia psiquis. La puesta en escena tiene muchos altibajos. Hay cambios abruptos en los puntos de vista, abuso de la voz en off y el reiterado uso de un montaje paralelo “vertiginoso”, donde el tiempo se contrapone a la propuesta del relato, en el cual predominan las acciones mínimas y el ritmo pausado. Al registro de lo real se intercalan escenas oníricas y la representación de la historia que se intenta escribir intentando complejizar el enunciado.

Tal vez, a partir de éste primer estreno producido por la Comisión de Cine, que nada tiene que ver con las destacadas realizaciones del llamado “cine cordobés” de Rosendo Ruiz, Rodrigo Guerrero y Mariano Luque; habría que esperar futuras producciones donde se ponga el acento en el cine como arte, y se lo aleje de la mera promoción turística.

LA SOÑADA
La soñada. Argentina, 2017.
Dirección y guion: Alejo Domínguez.
Intérpretes: Romina Richi, Iván González, Cristina Alberó, Bárbara Lombardo, Francisco Napoli. Duración: 67 minutos.