Chef: La receta de la felicidad

Crítica de Daniel Santos - La Voz del Interior

Con huevo, sal, carne, pan rallado y algún que otro condimento se puede preparar una riquísima milanesa.

Los ingredientes para cocinar un manjar no siempre son los más sofisticados; ni los exóticos aseguran un buen resultado: en el cine pasa más o menos lo mismo. Chef: la receta de la felicidad, es un ejemplo de cómo con un puñado de elementos sencillos se puede hacer una película sencilla también, pero entretenida y bien lograda, que funciona incluso sin sorprender demasiado... como una buena milanesa.

La clave no está en una historia sorprendente, que a veces abusa de ciertos recursos obvios, pero sí en el protagónico de Jon Favreau (como el chef Carl Casper), además director y guionista.

Él fue una joven promesa del mundo de los sabores, celebrado por la crítica especializada, aunque pronto se encuentra enfrascado en un callejón (o una cocina) sin salida, como jefe del restaurante de Riva (Dustin Hoffman), a quien no le interesa romper con los esquemas de menús que funcionan y coarta la creatividad de Carl.

La frustración, y el nudo de esa road movie culinaria por los Estados Unidos que inicia junto a su hijo, estalla en un episodio clave: la visita con aviso de un crítico al restaurante. El mismo que años atrás lo recomendó especialmente.

El mismo Favreau se puede dar el lujo de sumar a su elenco a secundarios de lujo: pasan por el filme Scarlett Johanson, Sofía Vergara, John Leguizamo, Oliver Platt (el crítico Ramsey Michel, genial) o Robert Downey Jr. (a quien dirigió en las súper efectivas Iron Man 1 y 2.

A bordo de un camión gastronómico (food truck) Carl y compañía se pone en marcha, un poco más tarde de lo que debe en función de la película: aunque queda claro desde los primeros minutos qué es lo que puede pasar, se demora demasiado en resolver el principio del fin de Carl... requisito para un nuevo principio.

El regreso a los orígenes de su relación con la comida pone a Carl de vuelta en camino, a medida que intenta recomponer la relación con su hijo.

Chef tiene buenos diálogos, no sorprendentes pero que son funcionales a una película sin altibajos; es curiosa cuando pone a jugar a estas superestrellas en roles menores y pintorescos (que funcionan por el peso propio de su carisma, como en el caso de Robert Downey Jr.), es divertida sin llegar a la carcajada y emotiva sin caer en el melodrama y en los golpes bajos. En orden de méritos, Jon Favreau es mejor director que guionista, mejor guionista que actor, pero en esta triple función logra una apuesta equilibrada. Eso sí: casi dos horas parece demasiado tiempo de cocción para una historia tan pequeña.

Chef: la receta de la felicidad es un plato realizado con una vieja receta, pero logra su cometido. Es la verdad de la milanesa.