La piel de Venus

Crítica de Flor Salto - Loco x el Cine

En 1870, el austríaco Leopold von Sacher-Masoch escribió una obra de amor sobre la relación entre Severin von Kusiemski y Wanda von Dunajew, una pareja que accedió firmar un contrato de sumisión esclavizándose el uno al otro, luego de que él conversara en sueños con una Venus cubierta en pieles (una imagen aparentemente inspirada en “La Venus del espejo”; pintura de Tiziano). Dentro de las cláusulas, figuraba la posibilidad de la tortura, el castigo, la humillación y hasta la infidelidad, con tal de satisfacer las fantasías eróticas de ambos. Lo curioso de esto es que todo indica que el relato se basa en la propia experiencia del autor, de quien nació el término “Masoquismo”.

Fue tanta la popularidad de esta historia, que se adaptó al menos cinco veces al cine. Y aunque no haya visto las otras cuatro, puedo asegurar que la de Roman Polanski es toda una pieza de arte. Bastaron dos actores y un típico escenario de teatro para que esta se convierta en una de las mejores películas que vi en los últimos tiempos. El magnetismo de Emmanuelle Seigner, actriz protagonista, es tal que el gancho con el espectador es automático. Ni que hablar de Thomas (Mathieu Amalric), el hombre que “sufrirá en carne propia” a este personaje de la Francia actual.

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Las audiciones para la obra son un total fracaso, hasta que en medio de la tormenta-literalmente-se aparece Vanda. Así, como está, hecha un renacuajo, pretende probarse para el papel que será pareja de Severin en la famosa historia. Para el director, quien ya se disponía a levantar campamento, es demasiado tarde, pero una sorpresiva mezcla de vulgaridad con intelectualismo hacen que finalmente le conceda la oportunidad a la desaliñada mujer. Y no será cosa únicamente de Thomas el quedarse boquiabierto ante tamañas demostraciones de talento recitando las líneas correspondientes… Líneas que sabe como si hubiese aprendido a hablar con ellas.

Es una complejidad tan simple, o una sencillez tan compleja, como una actriz haciendo de actriz que actúa y un actor haciendo de director que dirige, y a la vez actúa de Severin, con tanta naturalidad que conmueve. Arriba de ese escenario, apenas iluminado y decorado, se desarrolla un guión espectacular que seguramente sea un millón de años luz mejor que muchas obras de teatro completas. Sí, la retorcida mente de Polanski libera todo su esplendor en un film pequeño que no levantará polémica más que en las mentes pillas, porque la sutileza es perfecta y la música, de Alexandre Desplat, exquisita.

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Cuesta dejar a Roman libre de toda culpa y de todo cargo; ya se lee por ahí que el cineasta eligió a un actor muy parecido a su versión en la juventud, develando una polémica intención para con ese personaje. Pero dejemos a un lado su vida privada y enfoquémonos en esta joyita que es toda una lección tanto de cine, como de arte y de historia.

La piel de Venus (La Vénus à la fourrure) es de 2013 y recién ahora está arribando a nuestras salas. Por eso, aprovechen y deléitense con este par de rostros talentosísimos, más un detrás de escena puntillosamente elaborado, tanto fuera como dentro de la película, la cual fue nominada a la Palma de Oro en Cannes y ganó cuatro Premios César, entre otros.
Nada es lo que parece… Frase nunca mejor utilizada que en la absorbente sensualidad de lo último que el polaco Polanski tiene en su haber de realizador. Gracias por tanto arte junto.