La otra piel

Crítica de Ariel Abosch - El rincón del cinéfilo

Abril (María Figueras) tiene más de 30 años, antes se dedicaba al teatro, actualmente trabaja de tatuadora. Vive con Octavio (Rafael Spregelburd, también actor y director teatral. Él está muy ocupado en el ensayo de una obra compleja. Dicho sea de paso su propio texto ·La Terquedad” es lo vemos en acción, y no le presta la debida atención que su novia necesita o, por lo menos, se lo hace sentir así, de modo que la relación no pasa por su mejor momento.

Inés de Oliveira Cézar nos cuenta las aventuras y desventuras de una mujer que sufre y se crea sus propios problemas desde una mirada un tanto particular, porque la angustia la frialdad de su pareja y la diferencia de intereses en común que los aleja. Sumado a que lee en la calle un informe médico que tiene, además imágenes de los estudios, agregándole otra preocupación más. Así transcurre la primera media hora del relato, hasta que, en el punto de giro se desmadra la historia y comienzan los sin sentidos. Porque mientras ella tenía sexo con un compañero de elenco de Octavio decide no finalizarla, y él parece que murió de un infarto. Por lo menos es lo que la protagonista cree, se desespera, la culpa la invade y no tiene mejor idea que abandonar su casa y huir hacia un pueblito costero en Brasil.

La interpretación de cada uno de los personajes son creíbles. Durante toda la narración se mantiene una idea estética y narrativa coherente, donde hay ciertos momentos que se vuelven bastante tediosos y monótonos porque no pasa nada importante. O, por lo menos, no lo puede manifestar correctamente, pues la causal no es María Figueras, que compone bien su papel, en cada escena transmite sensibilidad y casi sin querer, seducción, sino que la reswponsabilidad final proviene desde el guión y la dirección. Ello debido a que Abril permanece en la playa brasilera sin hacer nada de nada. Su madre, Alcira (Mónica Galán). y Octavio están preocupados, pero tranquilos, ni siquiera los altera no poder comunicarse por teléfono. Ellos siguen haciendo su vida.

Por otra parte, tampoco se retoma la información vertida al comienzo con respecto a los estudios médicos. La guionista y directora abrió esa ventana y nunca la continuó, ni la cerró.

Prácticamente no hay música sino que, en algunos momentos considerados importantes o trascendentes, se escucha la voz en off de Octavio, recitando partes del texto de la obra de teatro.

Si la realizadora tenía una idea primaria en la cabeza de lo que quería filmar, pues no logró llevarla a cabo. Si lo que pretendía era hurgar en la mente y espíritu de una artista, profundizó demasiado y sólo ella puede comprender el sentido que le quiso dar a su largometraje.