La Organización Negra

Crítica de Horacio Bernades - Página 12

Una tirolesa que sigue dando vueltas.

La realizadora echa mano a viejas copias VHS de la época, dueñas de una suciedad visual que le sienta a la perfección a la clase de shows caseros que constituían no sólo los disruptivos espectáculos de “La Negra” sino de todo el under porteño de los años 80.

La Argentina en pedazos, los 80 también. Y todos los pedazos conducen a Cemento. En 2007 fue Luca, el documental sobre Prodan, que no sólo contaba su historia y la de Sumo, sino la del rock y la contracultura de la época, ayudando a echar por tierra con esa idea de que los 80 fueron, para la cultura argentina, una tierra baldía. Cuatro años más tarde llegó La peli de Batato, entrándole a la movida cultural de la época por uno de sus lados más salvajes, el del triángulo Barea-Urdapilleta-Tortonese, y a través de ellos las Gambas al Ajillo, La Cacho, Fernando Noy y otros mitos del under. Ahora llega el documental de La Organización Negra, introductores locales del llamado “Teatro de Operaciones”, derivado del que en Europa impusieron los catalanes de La Fura dels Baus y antecesor de los posteriores De la Guarda y Fuerza Bruta. Grupo de intervención de la inmediata posdictadura, “La Negra” practicaba una violenta ruptura de límites que, según sostiene Noy aquí, no reconoce equivalentes al día de hoy.
La realizadora debutante Julieta Rocco echa mano de copias VHS de la época, dueñas de lo que en términos arroceros se llamaría “grano largo”, suciedad visual que sienta a la perfección a la clase de shows caseros que constituían el under ochentista porteño. A propósito, sería bueno dejar de usar los términos “ochentoso”, “sesentoso” o el oso que fuera y que indican atenuación o intensificación, cuando se quiere señalar simplemente algo propio de los 80, los 60 o la época que sea. De tanto usar estos osos van a terminar colaborando con la extinción de estos pobres hermosos ungulados. Prácticamente todos los miembros de La Oganización Negra prestan testimonio aquí (el documental se atiene a la clásica estructura de cabezas parlantes + materiales de archivo), desde Pichón Baldinú hasta Diqui James, pasando por Gaby Kerpel, su director musical. Ellos reconstruyen prolijamente la historia del grupo, desde el momento en que sus miembros, estudiantes universitarios de distintas carreras, se conocen, hasta cuando se separan, desgastados, dispersándose varios de ellos entre De la Guarda y Fuerza Bruta.
Cuando en U. O. R. C. (1986) los miembros del grupo cargan sobre espectadores y muchos de ellos huyen verdaderamente asustados, uno se pregunta si esos espectadores se olvidaron acaso de que habían pagado la entrada para asistir a un espectáculo teatral. Pero Alejandro Tantanián, uno de los testimonios externos al grupo, testimonia que “la sensación de peligro era real, si no te corrías te llevaban puesto”. Sensación es una palabra clave: hacia allí apuntaba el arte del grupo. No hacia cualquier sensación, en verdad. El miedo, la angustia, la paranoia predominaban. De pronto, una lluvia inundaba al público. Uno de los actores apaleaba a otro con tubos de luz. Los actores ponían el físico en riesgo subidos bien alto, sostenidos con arneses. Cuerpo era otra palabra clave. La tirolesa - Obelisco, espectáculo gratuito y multitudinario presentado en 1989, fue seguramente el punto más alto del grupo, con sus miembros colgados del falo urbano y dando la sensación de que en cualquier momento se hacían omelette contra él. Huevos tal vez fuera otra palabra clave, y en muchos sentidos, teniendo en cuenta que al espectador de La tirolesa - Obelisco algo le impedía tragar. Al traer de nuevo esa crudeza irrepetible, La Organización Negra (ejercicio documental) ayuda a recordar a nuestros tíos punk.