La número uno

Crítica de Carolina Taffoni - La Capital

El empoderamiento femenino llegó para quedarse, sí, pero en el mientras tanto las mujeres tienen que dar una dura batalla para acceder a los puestos de poder. Ese es el tema que desarrolla "La número uno", la última película de la directora y guionista francesa Tonie Marshall ("La belleza de Venus"). En el centro de la escena está Emmanuelle Blachey (interpretada por la talentosa Emanuelle Devos), una brillante ingeniera que llegó alto en su carrera y actualmente integra el comité ejecutivo de un gigante de la energía. La acción comienza cuando una influyente asociación feminista, con fuertes conexiones con el gobierno, le propone ayuda para conquistar la dirección de una de las empresas más importantes de Francia. En caso de ganar, Emmanuelle se convertiría en la primera mujer del país en ocupar un cargo tan elevado. La película se enfoca en la carrera de obstáculos para lograr el puesto, que también es ambicionado por un poderoso empresario, y en ese sentido acierta, mostrando todas las miserias del mundo empresarial: tráfico de influencias, corrupción y carpetazos como herramienta de extorsión. Con sutileza y sin subrayados, la directora también muestra las humillaciones que soportan las mujeres en un ámbito laboral predominantemente masculino, y el alto precio a pagar por ascender en empresas que definen las políticas de un país. "¿Vida privada? Vos ya no tenés vida privada", le dice una de las militantes feministas a la protagonista, envuelta en una guerra de carpetazos. El problema con "La número uno" es que abarca demasiados temas (el pasado de Emmanuelle, la relación con su marido) y por momentos se torna un tanto esquemática, fría y superficial en el planteo de los conflictos.