La novia

Crítica de Luciano Mezher - Visión del cine

Siempre tiene que haber una opción de terror en la cartelera argentina, La novia es un filme ruso que sólo sirve de excusa y relleno para cumplir con ello.
Hay una leyenda rusa que dice que para conservar las almas de las personas muertas había que fotografiarlas pintándoles los ojos en los párpados. El filme comienza con el protagonista llevando a cabo ese procedimiento con su esposa para, a través de un rito tétrico, trasladar en el cuerpo de una joven virgen del pueblo al de su amor perdido. Pero con su regreso a la vida también llega el inevitable mal.

Inmediatamente después de este prólogo estamos en la actualidad con una pareja recién casada, Nastya y Vanya, que viaja a una casa en el campo donde vive la familia de este último.

Ella acepta adaptarse a las extrañas costumbres de la familia con tal de encajar en la vida de su nuevo marido. El problema comienza cuando Vanya desaparece y ella queda a merced de una cuñada y una mujer amiga de la familia. Posesiones, extrañas apariciones y ruidos en la casa no demorarán en surgir en esta historia que nada aporta al género.

En primer lugar hay que aclarar que por algún motivo la película llega doblada en inglés. La sincronización de las voces es tan mala que por momentos se hace imposible tomarse en serio la historia que se está contando. Se convierte en algo más cercano a una parodia que a una cinta de terror.

La novia no sale de los lugares comunes. Las pocas escenas de terror son predecibles y aburridas. No tienen ninguno de los tres elementos que se podrían pedir a una cinta de este género: vueltas de tuerca, sustos importantes o alguna gota de sangre.

La incoherencia reside tanto en su argumento como en sus protagonistas. Por un lado, la manera de liberarse del espíritu es bastante simple para que ninguno de la familia hubiera hecho nada antes. Convirtiendo todo el desenlace de la historia en algo pobre. La idea de fotografiar a los muertos en una casa embrujada no es algo nuevo, ya se había visto en Los otros de Alejandro Amenábar.

Y por el otro, no hay una evolución en los protagonistas. No se nota ese arco que experimentan todas las mujeres en los slasher films (cintas de terror donde hay un asesino suelto), en donde las víctimas pasan a convertirse en rebeldes y sobreviven a sus captores después de cometer alguna atrocidad.