La novia

Crítica de Jesús Rubio - La Voz del Interior

La novia es una aceptable y efectiva película de terror de origen ruso, que toca una vieja superstición relacionada con la fotografía y los muertos. Calificación: Buena.

En 1839, el ruso Hemiéar y el médico Joseph Gamelj hicieron pública las extraordinarias propiedades de la plata en la fotografía. También anunciaron que el negativo no sólo captaba el reflejo de la luz sino la energía que la gente llama alma. La comunidad científica se rió del anuncio, pero pronto apareció un ritual donde los muertos eran fotografiados con los ojos pintados sobre los párpados, ya que se creía que de esta manera era posible engañar a la muerte.

Esta es la idea de la que parte La novia, una rareza de estreno no por el argumento en sí sino porque se trata de una película de terror de origen ruso, algo que llega muy de vez en cuando a las salas locales.

La película empieza en el siglo 19, cuando un señor de mediana edad intenta fotografiar el cadáver de su mujer vestida de novia. Para completar el ritual, el hombre tiene que encontrar una nueva mujer y casarse, y el requisito principal es que la nueva mujer sea virgen. También se necesita un objeto del muerto, porque eso permite que el alma de la amada se una a su nuevo cuerpo.

En la actualidad, un joven fotógrafo se casa con Nastya, una universitaria que estudia filosofía. El día después de dar el sí, el novio recibe una llamada de su hermana y decide ir a verla en compañía de su flamante mujer. Cuando llegan, se encuentran con una casa vieja y escalofriante. La hermana vive con sus dos pequeños hijos y un señor mayor que nunca se sabe quién es ni qué hace. Ese es el ambiente enrarecido que recibe a Nastya, quien pronto descubrirá el aterrador secreto de la familia de su marido.
Lo verdaderamente interesante de La novia es que lleva al extremo el elemento supersticioso de la polémica premisa de la que parte. Pero como pasa casi siempre con las películas de terror de presupuesto modesto, comete el error de complejizar el argumento hasta arruinarlo. La idea inicial es buena, pero el director Svyatoslav Podgayevskiy no tiene la capacidad para mantenerla hasta el final sin desbarrancar de la manera más trillada y absurda.

De todas maneras, la intención de la película es válida. Y a pesar de los tropiezos que da el guion, lo que más se agradece es que tiene un modo simple y efectivo de sugestionar al espectador.