La noche del demonio: la última llave

Crítica de Luciano Mezher - Visión del cine

El equipo detrás de Actividad Paranormal y El Conjuro continúa otra de sus míticas sagas de terror llamada Insidious, titulada en Argentina La noche del demonio. Llega al cine la cuarta parte que funciona como precuela de los eventos de las primeras dos.
La historia comienza cuando Elise (Lin Shaye) es una joven que vive con su pequeño hermano y sus padres en una casa cercana a una prisión estatal. El extraño comportamiento de la niña frente a las sucesivas apariciones de fantasmas ponen en contra a su padre que no le cree y la castiga continuamente. Ya en la actualidad, la Dra. Elise Rainier recibe un llamado de un hombre que está viviendo en su antigua casa de la infancia y que pide ayuda después de sufrir diversos encuentros paranormales. Ella accede y va con su equipo a desentrañar el misterio.

Aunque de manera menor a El Conjuro, la saga de La noche del demonio supo encontrar un espacio frente a los fanáticos del género. Y mientras que la primera cuenta con dos partes, un spin-off y otras películas por venir, la saga de La noche del demonio llega a su cuarta película manteniendo el elenco original y cediendo la dirección (que siempre estuvo a cargo de James Wan y Leigh Whannell) al primerizo Adam Robitel (La posesión de Deborah Logan). El resultado es de alguna manera un cierre de la saga, que termina uniendo esta última con la primera película.

En primer lugar vemos a una Elise frágil y lejos de la construcción de un personaje que no tiene miedo a lo que se enfrenta. Los recuerdos de su infancia la ponen cara a cara con un padre golpeador y a la culpa por los eventos que se fueron desarrollando con su madre y su hermano. La película sirve como excusa para complejizar y dar más relieve a la figura de la protagonista, aunque es verdad que no atrapa tanto como la pareja de los Warren de la saga de El Conjuro. Los compañeros de Elise (Specs y Tucker) se mantienen fiel a su origen, llevando humor a los momentos previos a la tensión, por ocasiones un poco forzado y sin la respuesta buscada.

Con respecto al terror, La noche del demonio: la última llave juega todo el tiempo con engañar el susto. Cuando el espectador sabe que algo va a pasar y al final ese momento pasa y nada ocurre, pero segundos después sí. Este estilo, aunque eficaz, puede resultar negativo después de reiteradas veces que ya se entiende el juego.

Finalmente uno de los aspectos originales de la saga, la inclusión del más allá como un plano paralelo al terrenal y sus repercusiones en las lineas temporales, queda rezagado para el final del relato y no tiene tanto peso como en las anteriores entregas. Sí hay que destacar que esta vez los escritores no apuntaron sólo a los demonios espirituales sino a los reales que esconden cada uno de los seres humanos.