La mosca en la ceniza

Crítica de Fernando Alvarez - Todo lo ve

Cautivas y degradadas

Dos amigas del interior llegan a la ciudad con falsas promesas de trabajo, pero son obligadas a ejercer la prostitución. Cautivas y sin identidad, permanecen esclavizadas junto a otras chicas y bajo la mirada de dos guardianes perversos.

La realizadora Gabriela David aborda un tema actual y lo hace sin excesos. Evita las situaciones de violencia y las sexuales, narrando una historia ambientada en Barrio Norte, un lugar tan cercano como reconocible, pero que esconde un submundo degradante y peligroso.

Un film nacional que sugiere más de lo que muestra y aquí sus puntos a favor. El horror en el que las chicas (muy buen desempeño de María Laura Cáccamo y Paloma Contreras) están inmersas sólo lo pueden sobrellevar juntas. Una necesita a la otra. Y nadie parece -o no quiere- darse cuenta de lo que allí ocurre: el florista que escucha gritos o el policìa que está parado a metros del lugar.

La mosca en la ceniza recurre a la metáfora simple que da título al film y da en el blanco con sus contrastes y su atmósfera claustrofóbica El viejo departamento es visitado por muchos clientes, entre ellos, el mozo del bar (Luis Machín) que promete a Nancy sacarla de ese lugar. Una posibilidad que se va derrumbando con el correr de los minutos.

El elenco se ve sólido en sus actuaciones, pero sobresale Cecilia Rossetto como la mujer que regentea el privado (junto a Luciano Cáceres) en un actuación inolvidable. Se ha transformado notablemente para dar vida a una mujer sin escrúpulos.