La mirada del amor

Crítica de Jorge Luis Fernández - Revista Veintitrés

Un doble a medio terminar

A cinco años de su muerte, Nikki (Annette Bening) duela a Garrett (Ed Harris) a través de permanentes flashbacks. Roger (una de las últimas apariciones de Robin Williams) es un vecino que tímidamente muestra su interés por Nikki, pero la obsesión por el amor perdido es inquebrantable. Una tarde en una academia de arte se cruza con una persona que es exactamente igual a Garrett; o sea, no es muy parecido, es Garrett con look bohemio. Nikki queda atónita, pero aún más el espectador. En lugar de hacer lo lógico, ya sea pellizcarse o tirársele encima, la mujer averigua en qué horarios da clases de pintura y se anota como alumna. El descabellado proceder podría tener atenuante si el doble de Garrett viniera de otra dimensión, o Nikki imaginara cosas. Pero no, la película no apunta a un doppelgänger hitchcockiano ni quiere ser Lost; es, ni más ni menos, un drama de amor, con buenas interpretaciones de Bening y Harris y la maravillosa fotografía del mexicano Antonio Riestra, aciertos que lamentablemente se diluyen en un sinsentido del guionista y director Arie Posin. Tal vez si el hombre hubiese pedido asesoramiento a M. Night Shyamalan… Tal vez.