La mirada del amor

Crítica de Fernando Alvarez - Todo lo ve

El recuerdo de los buenos tiempos

Annette Bening y Ed Harris impulsan esta historia de amor y de pérdida en la que Robin Williams hace uno de sus últimos trabajos. Un romance maduro que juega con los límites del deseo, la locura y la fantasía.

¿Cómo es posible seguir adelante cuando se pierde a un ser querido? La respuesta tampoco parece tenerla Nikki Lostrom -Annette Bening-, una mujer que enviudó hace cinco años y que encuentra ahora a un desconocido, un profesor de arte y pintura cuyo parecido físico con su esposo es extraordinario.

Ahí es cuando entra a jugar la habilidad del director Arie Posin -responsable de Kidnapped: Historia de un secuestro- con una historia de amor crepuscular que se mueve entre los límites del deseo, la locura y el enamoramiento. ¿Es realmente este hombre idéntico a su marido o ella sola lo ve así?.

La mirada del amor es un drama romántico protagonizado por actores maduros, con Ed Harris en el doble rol de Garret y Tom, los únicos hombres que parecen modificar la existencia de Mikki, quien vive obsesivamente cada día para rememorar y recrear las situaciones vividas antes con su marido.

Las otras presencias fuertes del relato son Robin Williams, en uno de sus últimos trabajos, como el vecino que llega a nadar plácidamente en la piscina de su amiga mientras afronta la soledad y calla sus verdaderos sentimientos; y la de Summer -Jess Weixle-, la hija de Nikki que la visita de vez en cuando.

La película, que alterna pasado, presente y tiene un marcado clima lacrimógeno salvado en muchos tramos por la presencia de los actores en cuestión, tampoco disimula la similitud con Vértigo, de Alfred Hitchcock, pero -salvando las distancias obviamente- abordando el tema del doble e inclinando la balanza hacia el lado de los vínculos alterados ante la ausencia de un esposo desaparecido en trágicas circunstancias.

Largas caminatas por el museo, el descubrimiento de la pintura, la cena alterada en un restaurante japonés y la reacción de Summer cuando conoce la nueva relación de su madre son los mejores momentos de este film sobre la obsesión y la necesidad de mantener el recuerdo de los buenos tiempos. Confusa como la mente de su personaje femenino al comienzo, la película entra en el terreno de las emociones desbordadas y toma al agua como un medio trágico pero también transformador.