El director tailandés responsable de «Shutter» (2004) nos brinda otra historia de horror, esta vez centrada en las posesiones demoníacas, que sorprendió por su solidez narrativa y por la creación de un clima totalmente perturbador que atraviesa sus 130 minutos de duración. Pisanthanakun erige un falso documental en el cual un grupo de documentalistas decide investigar sobre el chamanismo y las personas que dicen poder canalizar espíritus bondadosos para poder sanar a quienes hayan tenido encuentros con lo paranormal. Es ahí cuando estos realizadores dan con una chamán llamada Nim (Sawanee Utoomma), que heredó el espíritu de Bayan de su tía, tras la negativa de su hermana, Noi (Sirani Yankittikan) de aceptarlo. El esposo de Noi fallece y tanto ella como su hija Mink (Narilya Gulmongkolpech), quedan solas. Nim y el equipo de filmación comenzarán a notar un comportamiento errático por parte de Mink, llevándolos a creer que la joven ha sido poseída por un espíritu demoníaco. Aparentemente, su vida dependerá de ella y sus habilidades como chamán. La modalidad de found footage ha sido explotada hasta el hartazgo en el terror con resultados diversos, teniendo aciertos en sus comienzos con films como «Cannibal Holocaust» (1980) de Ruggero Deodato y «The Blair Witch Project» (1999) de Daniel Myrick y Eduardo Sánchez; sumado a varios traspiés como las múltiples secuelas de «Paranormal Activity», entre muchos otros ejemplos. En esta oportunidad, la modalidad de falso documental (incluyendo testimonios de los personajes) y la de found footage conviven armónicamente explotando al máximo dicho recurso narrativo para ofrecer una película de terror completamente escalofriante, con un clima asfixiante y un ritmo pausado que sirve para ir preparando los momentos de tensión. Quizás podamos emparentarla con la película coreana de 2016 «The Wailing» en cuanto a temática y los climas, logrando impactar al espectador con sus giros, la atmósfera que rodea a los personajes, y un elenco más que inspirado para la ocasión. «The Medium» es un film de terror más que satisfactorio y atractivo, que entretiene por medio de su modalidad híbrida de narración, con un terror más que efectivo y que a su vez nos invita a reflexionar sobre la fe y la pérdida de la misma.
Debería considerarse uno de los grandes momentos cinematográficos de lo que va del año: cuando The Medium deja de ser una mala película de terror y pasa a ser una genial película bizarra. Lo que había comenzado como un sobrio retrato de la cultura animista de la región noroeste de Tailandia para transitar por todos los lugares comunes de la posesión de una adolescente, termina siendo un festival del más puro cine B, una estética del exceso llevada al límite de lo kitsch.
Desde finales de los 90s y principios de los 2000s, tras un desencanto por lo que propone el género de terror que llegaba a las salas, empieza a correr un rumor: “Si queres asustarte de verdad tenes que ver las películas de terror asiáticas”. A cuenta gotas comienza a llegar hasta esta parte del mundo y todos quedamos fascinados. Y si bien ahora con la globalización el acceso se encuentra más directo, pocas llegan a los cones. Por suerte “The Medium” de Banjong Pisanthanakun viene para romper con la norma, estrenándose el próximo jueves 12 de mayo. En Tailandia existe la creencia de que todas las cosas tienen espíritu y estos están en todas partes. Incluso algunos pueden compartir el cuerpo de las personas y pasar de generación en generación. Así sucede con la familia de Nim, quien a raíz de esto se convierte en chamán. Un grupo de documentalistas comienza a registrarlo, hasta que todo se transforma en una pesadilla. La próxima heredera es poseída por algo diferente a lo que debería. Tenemos aquí una combinación de recursos que en otras películas funcionaron muy bien y Banjong pareciera capturarlos en busca de lo mismo. Para comenzar, el concepto de falso documental. En otra época funcionaba a la perfección, tal vez se tratara de la falta de experiencia de los espectadores ante esta técnica o la ausencia de internet. Aquí no termina de asentarse, lo cual puede ser culpa de su larga duración, y el artificio se hace presente en más de una ocasión.
La Medium se estrenó hace ya un año. Desde entonces sembró todo tipo de especulaciones, empezando por la fanfarria de haber sido proyectada con las luces prendidas en distintos cines debido a su aterradora naturaleza. Este tipo de estrategias de marketing existen desde los tiempos en que William Castle era el rey del susto en cada película que salía de su ingeniosa y mercachifle mente. Bueno, acá vamos a ver qué resulta de tan esperado film de horror, pero desde el comienzo, nada más alejado de la realidad, mi querido/a lector/a. El film es una banal muestra de cuánto hoy en día se quiere generar terror pero se ignora el cómo, además del poco interés por narrar decentemente una historia de miedo que está maldita desde el minuto inicial, cuando nos enteramos que va a durar más de dos horas… Dos horas donde literalmente no pasa nada interesante, el tedio reina y la inverosimilitud gana por goleada justamente en un subgénero (found footage, falso documental, etc) que hace lo imposible porque todo aquello que la cámara registra sea creíble, sin mencionar lo cansado que luce desde hace más de una década. La Medium cuenta la historia de Nim, una médium experimentada y respetada que, en un ritual autóctono de un pueblo de Tailandia, ve cómo su sobrina comienza a tener extraños comportamientos para más tarde darse cuenta de que una entidad la acecha y posiblemente la haya poseído. Todo filmado en formato falso documental y con la intención de generar intrigas varias y sobresaltos asegurados. En tiempos en que la invasión a la privacidad es dominio y consumo diario, la cámara en mano (desde The Blair Witch Project hasta estos tiempos) es un formato efectista y fácil de adquirir, no solo por su economía presupuestaria sino por su intención de acercarnos a la “realidad” lo más posible. Algo que el espectador menos exigente y colonizado por redes sociales varias (en su peor forma parasitaria de verlo) y cualquier forma de “acercarse” o “invadir” la vida del otro agradece. Es decir, el espectador al que le gusta una cercanía falsa, pero cercanía al fin, a cualquier situación de la vida cotidiana del otro. No por nada los reality shows funcionaron tan bien hace unos años. El cine clásico, inherentemente barroco y esteta, deja de ser interesante para un público que ve el artilugio de la camarita en mano como una reafirmación de lo real, cuando sabemos que el cine es ficción hasta en el documental más ortodoxo. El cine siempre es ficción porque quien está detrás la cámara (entiéndase director) es quien expresa su personal punto de vista de la historia o hecho que se quiere retratar. Aun así entendemos que hacer visible el dispositivo técnico nos hace a un lado de la fantasía y nos pone en la piel del que lo sostiene, casi como un detrás bambalinas. La Medium utiliza esta formalidad para “acercarnos” a los hechos de la manera más real posible. Suponemos, claro. Pero lo que vemos delante de la lente es tan poco creíble, tan risible y sobreactuado, que las intenciones quedan sepultadas bajo secuencias que son una peor que la otra. Porque más allá de si genera miedo o no, algo que realmente NO hace al cine de terror (medir los resultados artísticos de una obra de este género por sus sobresaltos o momentos terroríficos es una de las peores suposiciones que se le puedan adjudicar), la película es aburrida y su ritmo, peor que el de las misas del canal Santa María. Sin mencionar los clichés en loop apilados en cada escena que reafirman cuánto de este cine ya debemos adivinar con los ojos cerrados. No confundamos lo ritualista de lo clásico, lo fundacional (si se quiere), con el cliché bruto de una obra poco original. El director Banjong Pisanthanakun, realizador de la (ahora sí) escalofriante y muy lograda Shutter (2004) parece no haber entendido todo aquello aplicado a la película sobre fantasmas y fotografías, e impregna a La Medium de todos los malos hábitos de un tipo de cine que esperamos, si sigue así, desaparezca para volver revitalizado luego de años y años de reposo. En Shutter el miedo era alimentado por su sombría puesta en escena junto a una historia trágica y oscura a la vez, construida en torno a personajes interesantes, más el plus de un final que ponía la piel de gallina. Todo en poco más de hora y media. Dos horas diez le dedica a La Medium para hacernos creer que una “buena” película de terror debe ser de ritmo pausado… bah, lenta y aburrida; que más. Dos horas que se disfrazan de eternidad, y que de ser visionadas en cines pueden tentar una mortal siesta sin culpas más allá del precio salado de la entrada. Sin duda, de lo peor estrenado en este año.
Fallida propuesta que intenta engañar a los espectadores con su disfraz de documental para luego devenir en un festín de estereotipos y lugares comunes de lo peor del cine de género y sus derivados.
La manera en la que The Medium mezcla la cultura de chamanes tailandeses es muy interesante, diferente al cine de terror convencional, con momentos realmente terroríficos, donde los efectos de las posesiones le dan un toque de realismo, es un film intenso que, a pesar de ser extenso y no ser tan novedoso, funciona también como drama de cariz antropológico en torno a servidumbres familiares e imposturas religiosas.
La primera década del milenio fue, entre otras cosas, la del auge del terror oriental. Una cantidad de films, de procedencia en principio mayoritariamente japonesa, que sacudieron el género y le aportaron algunos elementos entonces nuevos, aunque con el tiempo algunos se transformaron en lugares comunes. No tardaron en llegar los films procedentes de otros países de la región como Corea del Sur y Hong Kong y en 2004 se conoció el film tailandés Shutter, primer largometraje de Banjong Pisanthanakun y Parkpoom Wongpoom, que se transformó en un gran éxito en su país de origen y hasta tuvo estreno en Argentina con el título Están entre nosotros. Esta película era bastante deudora del terror japonés conocido como J-Horror, y aunque por momentos se sentía algo derivativa, era bastante efectiva en su cometido más directo y esencial: dar miedo, un valor que siempre escasea. Unos cuantos años después, y con una filmografía más abultada, Banjong Pisanthanakun presenta, esta vez solo, otro film que hizo ruido tanto en Tailandia como en el resto del mundo. En La médium el realizador se sirve de otro recurso que tuvo su auge en el terror de principios de siglo: el falso Found Footage. Un formato o sub-género que también sufrió su desgaste pero, como algunas películas recientes han demostrado, bien utilizado puede producir efectos muy inquietantes (véase para ello nuestro Top 5 de Falso Found Footage de la última década) y este es el caso del film que nos ocupa. El documental de ficción se presenta como un estudio antropológico acerca de los ritos en la zona rural de Tailandia, enfocándose en la vida de los Chamanes. Para ello entrevistan a Nim, una Chamán consagrada a una diosa particular de la región, la siguen en sus actividades diarias y la acompañan en un viaje a un encuentro familiar. Allí se van a encontrar con que su sobrina Mink empieza a mostrar síntomas cada vez más pronunciados y preocupantes de una presencia que la habita. Suponiendo en principio y por la historia familiar que quien la posee es la diosa a la que Nim sirve, se hacen los preparativos para una ceremonia que debería liberarla. Ante ese giro en los acontecimientos, el equipo de documentalistas hace lo que todo profesional con cierta inteligencia y algo de oportunismo haría: aferrarse a esa nueva historia y seguirla en todos sus detalles. Pero a medida que la conducta de Mink se hace más desconcertante y sus síntomas más preocupantes, Nim se da cuenta que su sobrina está poseída por algo mucho más maligno y peligroso de lo que creían. En tanto hay una posesión involucrada con una abundante y variada cantidad de manifestaciones demoníacas, La médium es deudora en parte de clásicos del subgénero de posesiones, empezando por El exorcista. Parte del atractivo está dado por el hecho de que el film trabaja con una mitología totalmente diferente a la liturgia católica a la que estamos acostumbrados, aunque hay similitudes dramáticas no tanto en el accionar de los religiosos como en las espeluznantes y a veces bizarras manifestaciones de Mink. El relato se toma su tiempo para mostrarlas y a su vez va intensificando su gravedad, desde sutiles y equívocos signos al principio hasta arrebatos cada vez más brutales a medida que la posesión se hace más ostensible, reservando para el final un brote de violencia y exuberancia que le arroja a la cara al espectador momentos cada vez más oscuros y perturbadores y, en el medio, algunas escenas muy incómodas pero tremendamente efectivas a la hora de, otra vez, impactar y provocar miedo. En buena medida la inquietud que el film genera es también por la creciente disparidad de fuerzas entre un mal que se va revelando cada vez más absoluto e innegociable frente a unas supuestas fuerzas del bien que se manejan más bien por ensayo y error (mayormente error), actuado un poco a ciegas sin saber muy bien hacia dónde se dirigen. Pisanthanakun usa el recurso del documental para que tanto Nim como sus parientes den cuenta a cámara de su desorientación e impotencia, anunciando y explicando sus estrategias de manera que al espectador se le haga evidente que no están muy seguros de lo que están haciendo. Pisanthanakun, consciente de las posibilidades del formato, se sirve hábilmente de sus recursos y a su vez los pone bien al frente, haciendo también partícipes a los documentalistas de la historia, lo cual obviamente no es bueno para ellos. Si hay algo que conspira contra el interés es la duración algo excesiva, pero el suministro constante y sostenido de momentos impresionantes y un clímax desquiciado logran que finalmente la experiencia valga la pena. LA MÉDIUM The Medium. Tailandia / Corea del Sur, 2021. Dirección: Banjong Pisanthanakun. Intérpretes: Narilya Gulmongkolpech, Sawanee Utoomma, Sirani Yankittikan, Yasaka Chaisorn, Boonsong Nakphoo, Bella Boonsang. Guión: Na Hong-jin, Banjong Pisanthanakun, Chantavit Dhanasevi, Siwawut Sewatanon. Fotografía: Naruphol Chokanapitak, Yossawat Sittiwong. Música: Chartchai Pongprapapan. Edición: Thammarat Sumethsupachok. Diseño de Producción: Akadech Kaewkot. Duración: 130 minutos.
Esta coproducción entre Tailandia y Corea del sur es presentada como del genero del terror. La versión que nos llego avisaba que era una proyección doblada al español, primer sorpresa, el doblaje era de muy buena calidad, mayormente el audio queda despegado de la imagen, no es el caso. La segunda sorpresa es que apenas comienza nos enfrentamos a una estetica de documental, voz en off, personaje hablando a camara como si fuese una entrevista. Sin embargo el director utiliza algunos elementos inherentes al lenguaje para darnos a entender que es un “Falso Documental”, como primordial el uso de música incidental que empatiza con las imagenes, los movimientos de camara, los planos con que construye el relato y por supuesto el montaje. Todo apunta a adentrarnos en el seguimiento de un grupo de documentalistas con intenciones de retratar, registrar el chamanismo, las prácticas espirituales de la gente de Isan en el noreste de Tailandia, siguiendo a Nim (Sawanee Utoomma), una costurera de mediana edad quien es el receptáculo seleccionado por un espíritu ancestral que ha "protegido a los aldeanos durante mucho tiempo". Su hermana mayor Noi (Sirani Yankittikan) fue seleccionada originalmente por la diosa Ba Yan, pero rechazó el “mandato”. Nim viaja al funeral del esposo de Noi, quien murió repentinamente, esta y su joven hija Mink (Narilya Gulmongkolpech) comparten una casa con el hermano mayor Manit (Yasaka Chaisorn) , su esposa Pang (Arunee Wattana) y su pequeño hijo. Durante el velatorio Nim ve a su sobrina comportarse de manera demasiado extraña, percibe que Mink ha sido invadida por un espiritu, pero no es Ba Yan sino otro maligno. La idea de un ritual tipo exorcism
El impacto que produjo esta película en Tailandia generó muchas expectativas en torno a su distribución internacional. Se ha dicho que en su país de origen muchas de las proyecciones se hicieron con las luces encendidas para evitar que el público entrara en pánico. También tuvo buena respuesta en Corea del Sur (el guionista es Na Hong Jin, un especialista en cine negro que tiene una carrera destacada en ese mercado). Pero en el Festival de Sitges, un desafío importante para cualquier film de terror, la recepción fue un poco más tibia: en ese entorno exigente, los especialistas en el género detectaron rápidamente unos cuantos clichés y un cúmulo exagerado de referencias a títulos muy celebrados como El proyecto Blair Witch y Actividad paranormal. Y es verdad que La médium trabaja alrededor del catálogo de recursos más comunes y trillados del found footage y las historias de posesiones, buscando provocar inquietud constante a través de una historia que despliega tres hilos narrativos: el documental etnográfico-fantástico alrededor de la figura de una médium que supuestamente conecta con una deidad, un segmento más cercano al thriller relacionado con su sobrina, que de pronto empieza a sufrir extraños cambios de comportamiento, y finalmente el ritual religioso destinado a expulsar a los espíritus malignos que provocaron esas alteraciones. Hubiera sido mejor relegar el menú de referencias y anclar en las tradiciones y las supersticiones de la cultura tailandesa para reafirmar la personalidad de un relato demasiado ocupado en los homenajes y los guiños.
Se presenta como un falso documental sobre las creencias mágicas y el chamanismo, que se desarrolla en Tailandia, en una zona boscosa, de pequeños pueblos, utilizando un folklore local existente, anterior a una religión organizada. Se supone que se cuenta la historia de una chaman, que cuenta sus métodos y se ríe de cómo el cine distorsiona ese mundo de magia y ritos. Después deviene al estilo de “El proyecto Blair Witch” en utilización de materiales “encontrados” luego de un desastre de posesiones demoníacas, muertes y desapariciones. Una supuesta trama familiar que esconde secretos en una familia, la de la chaman, donde una sobrina comienza a dar signos de estar poseída. Hay una orgía de exorcismo de unos treinta minutos que llamara la atención, igual que los climas selváticos propicios para armar un mundo de dioses benévolos y demonios unidos en alegre procesión del horror. Como pasaba también con “Actividad paranormal” y la saga REC el recurso de enterarnos por lo filmado, a lo largo de dos horas de duración, más que terror provoca fastidio. Aunque tiene sus momentos perturbadores.
"La médium": horror en formato de falso documental. Para el común de los espectadores el nombre del director tailandés Banjong Pisanthanakun puede sonar como un impronunciable plato exótico, pero lo cierto es que su ópera prima, Shutter (2014), fue estrenada comercialmente en nuestro país con el inquietante título Están entre nosotros. Realizador afecto a los caminos del horror, aunque en su filmografía también pueden apreciarse un par de pasos de comedia, La médium marcó el regreso a los mercados internacionales luego del estreno mundial en el Festival de Cine Fantástico de Bucheon (el film es una coproducción entre Tailandia y Corea del Sur). Y tiene con qué, aunque el exceso de materiales y tonos, además de un metraje hipertrofiado, atenta contra las virtudes presentes en pantalla. La cosa va de posesiones y contactos con el otro mundo, pero no a la manera judeocristiana: aquí no hay exorcistas de sotana o manifestaciones demoníacas sino chamanes y espíritus de los más diversos dioses ancestrales, pre budistas. Durante sus más de dos horas de proyección, La médium echa mano al formato del falso documental (sí, como en El proyecto Blair Witch), decisión que ayuda en los primeros tramos y se transforma en un pesado lastre después. Nim (Sawanee Utoomma) es una mujer de unos cincuenta años que, ya desde la adolescencia, resultó “elegida” por la diosa Ba Yan como intermediaria entre el mundo material y el espiritual, la médium encargada de llevar a cabo las ceremonias necesarias para proteger de los más diversos males su pequeño pueblo rural. Un oficio transmitido de generación en generación que las mujeres de la familia han aceptado, a veces a regañadientes, desde tiempos inmemoriales. La muerte de un familiar cercano la obliga a visitar a su hermana mayor, cuya hija veinteañera comienza a mostrar, más temprano que tarde, los más extraños comportamientos y manifestaciones. ¿Acaso es la elegida para seguir la tradición y reemplazar a Nim o el ente que parece poseerla es de otra naturaleza, mucho más peligroso y maligno? Mientras los documentalistas en la ficción siguen a los personajes antes del estallido paranormal, La médium ofrece un relato atractivo y original, donde lo ominoso es una incógnita y la posibilidad del horror es precisamente eso: una posibilidad. Cuando la historia pisa el acelerador y la sangre comienza a brotar Pisanthanakun recurre a los más genéricos trucos terroríficos, de la inspiración en El exorcista a los tópicos y códigos de los muertitos vivos, incluyendo desde luego el clásico blairwitcheano de correr agitadamente a los gritos, mientras se intenta salvar la vida sin soltar la camarita (maldita costumbre). Una premisa prometedora y una primera hora interesante arruinadas por toda clases de excesos y pirotecnias audiovisuales, aunque algún susto genuino aparece por aquí y por allá.
La médium es un proyecto desarrollado por el director coreano Na Hong-jin, responsable del excelente thriller de acción The Chaser y el film de terror The Wailing, estrenado en el 2016. En esta oportunidad volvió a incursionar en el campo del horror con un relato que se desarrolla dentro de la temática de los documentales falsos que no brindaron títulos notables en los últimos años. Aunque el cineasta produjo y escribió este film la dirección la delegó en el tailandés Bangjong Pisanthanakun, recordado por su ópera prima del 2004, Shutter, uno de los tantos clones de Ringu (La llamada) realizados en aquellos años. Después hacer varias películas que pasaron sin pena ni gloria por los cines este director volvió a cobrar notoriedad con su nueva obra que llega muy inflada a la cartelera tras su recorrido por diversos festivales. La principal virtud del film es que logra hacer interesante el típico relato de posesiones demoníacas al desarrollar el conflicto dentro del folclore tailandés. Por consiguiente, si bien la premisa puede resultar familiar, porque la vimos en numerosas producciones, el marco cultural que ambienta el cuento con las deidades y tradiciones religiosas de ese país aporta un enorme atractivo. A través del recurso del found footage el público toma contacto con el material filmado por un grupo de documentalistas que investigó la historia de una médium de la región rural de Isam, quien habría sido poseída por la diosa Basham. A medida que los investigadores indagan en la vida de esta mujer el caso se vuelve cada más turbio y perturbador, donde los problemas de salud mental se mezclan con situaciones paranormales que no tienen explicación. La narración va al hueso en el tratamiento de la temática y la presentación de los jumpscares y las situaciones macabras están muy bien elaboradas. Sobre todo hacia el final cuando se mete de lleno en terreno de la magia y el gore con algunos momentos intensos. No obstante, un defecto de La médium que le impide ser una propuesta más sólida es su duración de 131 minutos que siente como si fueran tres horas. El director tarda una eternidad en construir el conflicto central y hasta el momento en que el género de terror cobra fuerza la película es un poco aburrida. La representación cultural del folclore tailandés dentro de todo hace un poco más llevadera la historia, sin embargo queda la impresión que con 40 minutos menos los realizadores hubieran presentado una película más redonda. Para los fans del subgénero o el terror asiático de todos modos es una opción para tener en cuenta y con sus debilidades técnicas no deja de ser una obra más digna que muchos desastres hollywoodenses de este estilo que llegaron a la cartelera.
Terror tailandés de espíritus con mística chamán La película de Banjong Pisanthanakun mezcla varios subgéneros del cine de terror en esta producción que simula ser un documental sobre chamanes en Tailandia. La medium (Sonó Song, 2021) comienza con un grupo de documentalistas con la intención de filmar un descriptivo documental sobre el imaginario alrededor de los chamanes en Tailandia. De esa manera conocen a Nim Tonvali, una médium que asegura estar poseída por el espíritu de la diosa Bayan. Dispuestos a seguir a la mujer se cruzan con Mink, su sobrina de extraño comportamiento que parece estar poseída por un espíritu demoníaco. Con inteligencia la película recurre a una mirada externa (la de los documentalistas pero también la del espectador occidental) para describir la cultura e idiosincrasia tailandesa donde la vida terrenal convive con la celestial. O al menos eso se sugiere entre planos de paisajes naturales con las grandes estatuas budistas desperdigadas por el entorno selvático. Pero una vez disparado el conflicto (la sobrina poseída), el film aprovecha todo el conocimiento previo sobre estructuras genéricas para hacer un film de terror made in Tailandia. Del recurso de falso documental con el estilo de El proyecto Blair Witch (The Blair Witch Project, 1999), pasamos al género de exorcismos con El último exorcismo (The Last Excorsim, 2010) de referencia, solo que ambientado a la religión y ritual del lugar. Y en plena lucha con el espíritu tenemos registros de los documentalistas que simulan las imágenes capturadas por la cámara de Actividad paranormal (Paranormal Activity, 2007), que desemboca en un truculento relato de zombis con Rec (2007) o las últimas producciones del legendario George A. Romero a la cabeza. Esta misma ensalada de estilos denota la intención efectista del film por sobre la narrativa, incluso apelando a momentos de melodrama familiar para desarrollar personajes y conflictos. Un cruce de registros constante que proporciona resultados desparejos y hasta agotadores por sus excesos. La medium no inventa nada en materia de terror pero tiene la habilidad de trasladar las estructuras genéricas del horror a su territorio y venderse como un film sorpresivo por las tradiciones mencionadas.
Posesiones demoníacas dentro del folcklore tailandés Un falso documental es una herramienta práctica para llevar adelante un film de terror que pueda diferenciarse de lo que estamos acostumbrados a ver, lo que cada vez parece ser más difícil, considerando la ampliación y el entrecruzamiento de subgéneros posibles que en algunos casos crean más monstruos que los que se ven en las películas. La medium, una película de producción entre Tailandia y Corea del Sur, dirigida por Banjong Pisanthanakun, recién estrenada en Argentina, recibió el premio como mejor largometraje en el 25º Festival Internacional de Cine Fantástico de Bucheon. La idea de grupos o sociedades que creen en la transmisión de los dones de adivinación, de curanderia como de contacto con los espíritus es una forma común en la zona en la que el grupo de documentalistas procura buscar detalles sobre lo que se sospecha. Dos hermanas, Noi y Nim, separadas por sus decisiones espirituales vuelven a estar enfrentadas por un espíritu maligno, Bayan, que necesita anidar en los cuerpos de los vivos. La última se hace responsable del destino y se convierte en la médium familiar, luego del rechazo de Noi de lo que se entiende como la “transmisión de un don”. El seguimiento de la sobrina de la protagonista, Mink, revela que una entidad diferente a la conocida, ha decidido tomar su cuerpo y su mente, y que puede ser tarde para cuando decidan hacer algo al respecto. La medium logra su cometido en la construcción de una realidad aparente, ya que es muy difícil saber a ciencia cierta qué hay de cierto y qué no en lo que se muestra través de las teóricas cintas encontradas de manera accidental, y allí está uno de sus principales méritos.
Si La médium fue un fenómeno espectacular en Tailandia, si la gente se asustaba tanto que algunas salas dejaban la luz prendida en las funciones, todo es parte del marketing y el anecdotario. La película cumple con todos los hallazgos pero también los vicios del género película encontrada que tanto éxito ha tenido desde The Blair Witch Project y cuando agotamiento ya se dio hace dos décadas. Acá la novedad es que todo transcurre en Tailandia y por lo tanto hay un margen de credibilidad renovada por todo el costado religioso y las costumbres menos conocidas en occidente. La película finge ser un documental sobre el chamanismo en Tailandia. En una localidad rural, los documentalistas muestran la vida cotidiana de una médium espiritual de la localidad, Nim Tonvali, quien declara estar poseída por el espíritu de la Diosa Bayan. Todo cambia cuando una joven familiar de Nim empieza a mostrar comportamientos inusuales cada vez más perturbadores. Los documentalistas entonces se enfrentan a un terror sobrenatural que los pone en peligro. The Medium dura dos horas y casi hasta la mitad de su relato parece más un documental etnográfico que una película de terror. Tal vez en Tailandia tenga un enorme peso dramático, pero aquí es solo un prólogo tan extenso que derrumba cualquier interés. La película se ingenia para que las imágenes no sean solo el registro documental sino también, por ejemplo, cámaras de seguridad que completan el relato. Pero para cuando llega lo mejor de la película, ha pasado ya demasiado tiempo. Si se consigue pasar por alto los lugares comunes insostenibles del género, entonces se puede sentir verdadero terror. La película se las ingenia, a pesar del tiempo perdido, para tener todas sus mejores escenas en el clímax de la película. Es demasiado tarde y tampoco son las escenas más originales del mundo, aun cuando traen algo de novedad al estilo narrativo del concepto de película encontrada.
La Médium es un filme interesante, pero fallido, que no alcanza a desarrollar el potencial que promete; con estilo de falso documental que a esta altura ya cansa, pero sirve para disimular algunos problemas, una mezcla de El Proyector Blair Witch con Actividad Paranormal, con un toque de Terror en el Bosque y una pizca del Exorcista. Es raro que una película tailandesa llegue a las salas de cine del mundo, y quizás más raro es que no sea un filme arte premiado en Cannes, sino un éxito de taquilla en su país de origen, pero aquí esta, para asustarnos, o aburrirnos. y abandonarla antes que lo haga; eso es una de las particularidades del filme, su incoherencia narrativa en cuanto al ritmo del relato, la primera parte no solo es lenta y poco interesante, sino que ya cae en el más profundo aburrimiento; es normal que algunos filmes empiecen lentos y haya que tenerles un poco de paciencia, inclusive muchos clásicos del terror como El Conjuro o Sexto Sentido tiene un ritmo lento en todo su metraje, y esto a su vez hace al clima y genera suspenso, sin embargo en La Médium nos encontramos con una primera parte que literalmente parece un documental tailandés sobre una chamana de ese país, algo que nos podrían pasar en una clase universitaria de antropología, y el espectador por momentos se puede preguntar ¿me equivoqué de película? ¿era un documental sobre una chamana en vez de una película de terror? a medida que avanza el metraje nos vamos quedando un poco más tranquilos al respecto, y luego de quizás una hora larga, el filme empieza a tomar forma como película de terror, lo curioso es que la segunda parte del filme es bastante intensa y movida, y la media hora final es acelerada, intensa enloquecida; parece otro filme distinto del que vimos al comienzo, dirigido por otra persona inclusive. La segunda parte funciona bastante bien como filme de terror, porque es bastante efectivo, da un par de sustos, tiene varias escenas espeluznantes, y tiene una tensión general bastante alta; pero viniendo de un comienzo aburrido, ya venimos cansados, y eso hace que el filme no estalle como debería a nivel emocional, además de que tiene numerosas incoherencia, algunos son huecos del guion que no molestan tanto para el que no es un crítico o un cinéfilo avanzado; el mayor problema es la incoherencia narrativa, que no solo es aburrida / intensa a lo largo del tipo, sino que además hace un mezcla arbitraria y no muy justificada de distintos estilos y subgéneros dentro del genero del terror, comienza como un documental antropológico, luego pasa a ser casi un filme de filmación convencional, luego tiene escenas tipo Blair Witch, luego en una elección narrativa rara tiene toda una secuencia como de 20 minutos, o al menos eso pareció, al estilo de actividad paranormal, y luego tiene un final al estilo Blair Witch con esteroides. y uno no puede dejar de pensar que semejante mezcla no termina de funcionar. Aun así así hay algunas partes que están tan buen logradas que asustan y probablemente salven la películas para algunos, o muchos espectadores. Una rareza de estreno, un filme fallido, pero con sustos, si es que no nos levantamos antes del aburrimiento. Interesante de ver, a ningún fan del genero le diría que no la vea, pero demasiado problemas para recomendarla. La crítica radial completa en el link.
TERROR FORMATEADO A no engañarse, el terror como género hace rato que se ha agotado. Y esto no necesariamente es culpa de la falta de creatividad ni de quienes hacen las películas. En todo caso, es el triunfo de un discurso modelado mediáticamente y sostenido por la tecnología (como condición sine qua non) para focalizar todo el asunto en los efectos, en el carácter perturbador de la exhibición de atrocidades y en el frenético uso de la camarita en mano. Hace unas cuantas décadas que es más importante el estímulo visual directo que el fuera de campo. Además, el cine perdió la batalla cultural y generacional frente a la televisión y a la Internet: cualquier forma que se precie de ser horrorosa está allí, al alcance de la mano. ¿Qué queda para la sala oscura? Poco y nada. Obviamente, hay excepciones. Y también otros títulos a mitad de camino. Como ejemplo de esta última categoría, incluiría a La médium, película tailandesa del director Banjong Pisanthanakun, una sopa interesante de condimentos ya conocidos, pero que al menos se ocupa de no ofender a la vista, no subestimar al espectador y ofrecer un digno sacudón no apto para estómagos sensibles (los que se impresionan con esta clase de propuestas, o los que le exigen al cine los mismos lobbies de la actualidad). El marco que elige el realizador es el falso documental. En el primer tramo funciona bien. La excusa es registrar las acciones de una mujer de cincuenta años llamada Nim, una médium bendecida por el espíritu de Ba Yan, la cual protege a la comunidad de los malos espíritus. Además de los testimonios, las locaciones naturales son captadas por la cámara con el reposo suficiente como para meterse en esos cuadros grisáceos de Tailandia, un espacio que parece perdido en medio del universo, con esa misteriosa belleza de aires orientales. Son momentos similares a los que nos han regalado tantos cineastas conocidos en los festivales y que permanecen suspendidos en un limbo de tensa calma. Poco faltará para el descenso a los infiernos. La primera chispa surge cuando Nim viaja a ver a su familia a raíz del deceso de un pariente. Entonces, la protagonista ahora es su sobrina Mink, quien progresivamente evidenciará conductas inapropiadas, molestas, que ponen en jaque al núcleo hogareño. Los documentalistas tienen un motivo para desplazar el interés desde un enfoque antropológico al sensacionalismo de un caso real. El modo de registro cambia y se inicia una ensalada de ingredientes harto vistos en cantidad de exponentes genéricos cuya principal diferencia es la fuerza de ciertas escenas. Cuando la profundidad de campo aporta un dejo de ambigüedad a lo visto, se juega con lo mejor que puede ofrecer la propuesta. No obstante, a medida que transcurren los minutos, se cae en un callejón de lugares comunes. Esa misma cámara, pensada como dispositivo con distintas intenciones en un mundo de multipantallas, se resigna al juego del nerviosismo y revive la naturaleza del reality. Incluso, lo que en el tramo inicial calzaba como anillo al dedo (la idea del falso documental), se transforma en un lastre que linda con lo peor del género: la infantilización. El resultado puede conformar a quienes buscan en el género solo el factor perturbador, logrado cada vez que la incertidumbre de entes invisibles invade un cuerpo. La ceremonia montada al final es cansadoramente demoledora.
La Medium: The Blair Witch Asian Project Los espíritus se divierten A menudo las narrativas no occidentales permiten interpelar a quien consume un género reconocido de manera bastante diferente a las habituales. Cómo ocurrió hace casi veinte años con el J-Horror, Oriente sigue guiando los nuevos caminos del terror en La Medium. ¿De qué va? En Isan, Tailandia, una chamana se da cuenta de que su sobrina ha sido poseída. Debido a sus comportamientos extraños, la familia decide buscar a alguien que pueda liberarla, pero durante el camino se enfrentan a todo tipo de horrores y eventos sobrenaturales. La película se presenta en forma de material encontrado (cómo en The Blair Witch Project), basándose en videos de un grupo de documentalistas tailandeses que viajan a la parte noreste del país, Isan, quienes quieren contar “una historia del chamanismo en Tailandia”. En esta localidad rural, registrarán la vida cotidiana de una médium espiritual de la localidad, Nim Tonvali, quien relata estar poseída por el espíritu de la Diosa Bayan, una deidad local a la que los aldeanos rinden culto e invocan en rituales de protección. En su entrevista, ella cuenta que Bayan es una deidad ancestral y que, durante generaciones, ha poseído a las mujeres de su familia, como su abuela. Tras el fallecimiento de la abuela, Nim relata que el espíritu de Bayan se trasladó a su tía y luego a su hermana, Noi. Sin embargo, Noi no quiso ser médium y se convirtió al cristianismo. El espíritu de Bayan se trasladó entonces a Nim y ha estado con ella desde entonces. Lo que podría ser una historia de esta mujer vira hacia una de las pequeñas de la familia, que comienza a exteriorizar signos que podrían significar la llegada de la transición de Bayan de una fémina de la familia por otra. Así comienza un viaje que primero se parece mucho a un drama familiar con cierta extrañeza, que apela a los usos y costumbres de una sociedad muy diferente a la nuestra, y que podría configurarse más como un documental que como “una de terror”. Pero la oscuridad que acecha comienza a tomar fuerza y relevancia… Cómo me comentaba una amiga, La Medium, es una muestra de cómo los camarógrafos son los escuderos más fieles de las narraciones. A pesar de registrar sangrados, golpes, gritos, vómitos… ellos nunca dejan de grabar, logrando bellos encuadres que harían las delicias de cualquier cinéfilo. Si uno puede saltar el tiburón al respecto de esto, la sensación de estar viviendo algo (parecido a lo) real ayuda a que los escalofríos tengan más potencia. Los personajes son tridimensionales, y lo que les sucede se encarna con más facilidad. No hay superhéroes o doctrinarios de lo que está bien o mal. Simplemente estamos frente a personas creyentes, a las que lo que conocen desde lo esotérico se está comportando de manera extraña. También hay una suerte de disputa de poder entre el cristianismo y las religiones orientales más antiguas. Cada una con sus dogmas y costumbres. Sin embargo, a pesar de buscar establecer cierto respeto de facto, algunas maneras de afrontar lo que se muestra desde la otredad, terminan parodiando la cuestión y restándole cimientos al relato. ¿Su gran problema? La duración. La película en lugar de ir con la opción tripartita del relato aristotélico, termina en una híbrido con cuatro / cinco actos, que terminan agotando y bajando la potencia de los grandes momentos. La Medium es una muestra de que se pueden contar otras historias de horror, fuera del maniqueísmo de Occidente / Oriente se busca apelar a centrar el relato en la familia y luego ir consumiendo y ennegreciendo desde el centro. Y aunque le quitásemos el artificio del found footage, aún funcionaría por tener una base sólida. El género está más vivo que nunca, aunque se necesite una Medium que conecte con él.
Revitalizando la fe en el subgénero de exorcismos Este falso documental en clave de found footage le aporta frescura a un relato que poco innovó desde El Exorcista (1973) y se toma su tiempo en pasar del thriller al más absoluto horror. The Medium (2021) es una película que recupera la figura matriarcal como aquella relacionada a la espiritualidad popular. El mockumentary tailandés-coreano de Banjong Pisanthanakun (Shutter, 2004) comienza entrevistando a Nim (Sawanee Utoomma), una chamán cuya vida está dedicada a la diosa Ba Yan, herencia pasada solo entre las mujeres de su familia. Como si de una maldición se tratase, la mayoría de los hombres en su linaje parecen tener un final trágico. Y es justamente en el funeral de su cuñado donde el equipo de cineastas nota que la sobrina de Nim, Mink (Narilya Gulmongolpech), muestra comportamientos poco habituales, síntomas que eventualmente hacen que la medium sospeche que algún espíritu maligno poseyó a la chica. Eso es tan solo el comienzo de la que es sin duda una de las películas sobre exorcismos más originales en llegar al cine en las últimas décadas. Por empezar, rara vez vemos relatos de esta temática en donde el catolicismo no sea la solución, siendo en este caso representado casi como una nota al margen dentro de la sociedad multicultural de Tailandia. Es ante todo en el ámbito de lo popular, específicamente de la clase media-baja, donde florece el lenguaje universal de una historia en la cual sería de esperarse un choque cultural aún más fuerte. Intentando que este acercamiento sea aún más ameno, se nos explica con sencillez y de manera orgánica la particular cosmogonía de la región, siendo de suma importancia comprender que muchas de sus creencias están basadas en una fe animista. Por lo tanto, personas, animales, lugares u objetos, todo tiene un espíritu. Esta visión se ve acompañada por la maravillosa fotografía del filme, con planos generales que retratan todo tipo de símbolos religiosos en la arquitectura tanto tradicional como la más contemporánea, así como también una particular aura en sus espacios naturales. Lo terrenal y lo intangible son simbióticos en el mundo de Nim. Aprendemos que esos espíritus que la rodean pueden tener intereses personales o resentimientos hacia los vivos y, por lo tanto, ser una amenaza tanto individual como uniendo sus fuerzas. Esta particular visión ya plantea un campo de juego diferente, en donde reglas del subgénero de películas sobre posesiones resultan ya cansinas. De esta manera, se convierte en una bocanada de aire fresco, teniendo en cuenta lo poco que se pudo innovar desde que El Exorcista (1973) dejara una vara demasiado alta para relatos que quisieran incursionar en el tema y que inevitablemente copiaron sus modos. El ritmo es otro punto positivo, ya que sin duda se toma su tiempo en desarrollar el drama que envuelve a Mink, brindando un particular y necesario realismo a una historia que se siente más cercana a ser un thriller sobrenatural. Es en la segunda mitad donde el relato escala en intensidad hasta convertirse en casi una antítesis de la primera parte, pero manteniéndose como una coherente culminación en un guion más que sólido. Aquellos que esperen los típicos jumpscares de las franquicias norteamericanas encontraran algunos pocos y efectivos que serán complacientes, pero la película jamás depende de ese tipo de horror. Ante todo, The Medium incomoda. La crueldad para con sus personajes se incrementa hasta cruzar muchas de las líneas de “aquello que no se debe hacer en una película”, ni siquiera una de terror. Hay un balance, sin embargo, entre las más gráficas de sus escenas con el verdadero salvajismo que plantea Pisanthanakun, en donde pocas cosas son tan desoladoras como la incertidumbre.
Ya hablamos de este filme cuyo estreno se postergó en su momento: una historia de posesiones en una comunidad tradicional tailandesa, narrada con herramientas del documental. Es muy buena, y muy interesante por cómo combina las mejores herramientas del cine de género con la mirada descriptiva de una sociedad y de sus contradicciones, sobre todo la tensión entre tradiciones y modernidad.
“La Médium” se anunciaba como una de las películas de terror del año. Dirigida por Banjong Pisanthanakun, prometía con cambiar el concepto del género de terror contemporáneo. ¿Demasiada ambición? Las audiencias huyen despavoridas de la sala, señal que el producto asusta de modo genuino. O que no ha gustado para nada…Sea cual sea la resultante, corre por tu vida. Bien, entonces, se instala el interrogante: ¿por qué deberíamos verla? Bajo el formato de falso documental, esta coproducción coreana-tailandesa nos anima a sumergirnos en las profundidades de un misterio que esconde algo mucho más maligno que lo que su superficie sugiere. La cultura oriental nos brinda un trasfondo y un contexto enriquecedor para profundizar en el porqué de las situaciones históricas y sociales que albergan este tipo de fenómenos de posesión sobrenatural. Podríamos relacionar su lugar geográfico de origen con la habitual calidad y singularidad que posee dicha industria para producir films afines, sosteniéndose como una potencia indiscutible, a lo largo de los últimos cuarenta años, para un modelo genérico en exceso transitado y reiterativo. En “La Médium”, la narración va concatenando curiosidades varias, recurriendo, tanto al susto fácil como a la técnica del found footage, bajo la concepción estética de este tipo de producciones que busca hacer sentir el horror de la forma más real posible, siguiendo la senda estilística de artesanía old school que pudimos ver en sendas sagas “El Proyecto Blair Witch” o “Actividad Paranormal”. Rozando lo inverosímil, ciertas reglas del documental colapsan por puro morbo y amarillismo. Una atmósfera tensa, ambigua y pesada caracteriza a un irregular metraje que alcanza las dos horas de duración. Hay personajes que no admiten salvación alguna: veamos esta perturbadora pesadilla con las luces encendidas.
Exorcismo a la asiática A partir de “El proyecto de la bruja de Blair”, de 1999, se popularizó -aunque no la inauguró- la técnica narrativa del metraje encontrado, consistente en supuestas grabaciones que quedan como único testimonio de algún hecho, utilizado generalmente en el género del terror, y presentadas en formato de falso documental. Ese es el caso de “La médium”, película tailandesa se presenta como la edición de las grabaciones de un grupo de documentalistas que viajan hasta una región rural del país para registrar la devoción popular de los pobladores por una deidad local. En el proceso, las cosas se complican cuando una de las integrantes de la familia entrevistada comienza mostrar un comportamiento errático. La adolescente, al principio una chica amable, divertida y escéptica, es sobrina de la médium de la diosa que se venera en el pueblo y una de las personas mejor calificadas para determinar casos en los que espíritus malignos toman posesión de alguna persona. Luego de algunos éxitos taquilleros y con recursos narrativos similares como “Actividad paranormal”, “Cloverfield”, la española “Rec” o “La bruja Blair”, la película no sorprende. Aunque las actuaciones, la edición y la dirección son destacables, el filme de más de dos horas recuerda a películas como “El exorcista” y otras de terror asiático como “The Ring” o “Dark Water” entre las más destacadas. Técnicamente el trabajo es efectivo y muy bien resuelto con tomas de cámara subjetiva y en mano y una narrativa que se va haciendo más compleja hacia el final. Con este filme, el director regresa con un estilo diferente a un género que ya había abordado en “Están entre nosotros”, su única y anterior película estrenada en 2006 en Argentina hasta la llegada de “La médium”. Si en “Están entre nosotros” mostraba los fantasmas ocultos a simple vista pero que hacían visibles en fotos en las que nadie esperaría verlos, en este nuevo trabajo eligió un terror más evidente y convencional como es el recurso de las posesiones, pese a lo cual el filme mantiene su interés hasta el final.