La ilusión de estar contigo

Crítica de Jessica Johanna - Visión del cine

Se estrena La ilusión de estar contigo de Anne Fontaine protagonizada por Gemma Arterton y Fabrice Luchini, una reversión moderna sobre el clásico de Flaubert.
Emma Bovary era una compleja mujer a la que Gustave Flaubert le dio vida en su obra más reconocida, “Madame Bovary”. Aburrida, inquieta, fantasiosa, ávida lectora de historias que la hacían soñar y anhelar mucho más que la vida de esposa que llevaba, Bovary era un personaje imposible de clasificar. En La ilusión de estar contigo, o Gemma Bovery en su título original, Anne Fontaine (directora de Coco Avant Chanel y Madres perfectas) adapta una novela gráfica escrita por Posy Simmonds que toma como punto de partida la novela de Flaubert.

Martin Joubert es un hombre intelectual que actualmente es dueño de una panadería en un pueblo pequeño de Francia. Cuando llega Gemma al pueblo y se convierte en su nueva vecina, él no sólo queda cautivado por su belleza, sino que mientras en una primera instancia se queda impregnado a la idea de compartir casi el mismo nombre de uno de sus personajes literarios favoritos, de a poco va descubriendo, o se empecina en descubrir, que tienen en común mucho más que un nombre que suena casi igual. Joubert se obsesiona cada vez más con Gemma porque cada vez la ve más parecida a Emma y la observa cometer los mismos errores y teme entonces que el destino de ambas sea el mismo, lo que da comienzo a encuentros y desencuentros entre ellos.
Acá entran en juego dos personalidades e interpretaciones bien distintas pero que en conjunto brindan una combinación fresca y atractiva. Él aporta principalmente el humor, con sus actitudes y pensamientos impulsivos y descabellados muchas veces, y ella es pura sensualidad desde un costado muy natural, porque es bella y sexy aunque ni lo intente. Si hay algo que sabe hacer Fontaine es retratar a complejos personajes femeninos con mucha naturalidad.

Pero de a poco esta especie de comedia romántica (en realidad no hay entre ellos nunca una relación amorosa precisamente) va tomando tintes más serios (a la larga, Madame Bovary es una tragedia) sin dejar nunca de lado un tono amigable. Porque además, se percibe mucho cariño por sus protagonistas.