La feliz: Continuidades de la violencia

Crítica de Jessica Johanna - El Espectador Avezado

Si bien Valentín Javier Diment quizás sea más conocido por sus películas de género (como “La memoria del muerto” y “El eslabón podrido”), ya había incursionado en el documental político con “Parapolicial negro”, sobre la triple A.
Con “La Feliz. Continuidades de la violencia” expone a Mar del Plata como una ciudad muy distinta a la que aparece a primera impresión en el imaginario colectivo, la ciudad balnearia que suele ser sinónimo de vacaciones, primero de la aristocracia y luego de los sectores populares.
Diment retrata Mar del Plata a través de diferentes (y algunos contradictorios) testimonios que ponen en foco la violencia que surge, o sale a flote, en la ciudad desde la década del 70. Conservadores ultraderechistas, neonazis, en una historia que parece nacer cuando en 1971 miembros de la CNU (Concentración Nacional Universitaria) asesinan a una estudiante de arquitectura en una asamblea del Centro de Estudiantes.
La película va entonces trazando una línea cronológica que llega hasta la actualidad. ¿Existe una continuidad? “La Feliz. Continuidades de la violencia” es un documental con estructura de investigación periodística (queda en evidencia el notable trabajo de Felipe Celesia, Pablo Waisberg y Federico Desántolo que estuvieron a cargo de este aspecto) que tiene a simple vista un estilo similar a ciertos episodios de televisión.
Aunque más estilizado, Diment, que escribe y dirige, logra un relato dinámico y atrapante compuesto de unos cuantos testimonios a cámara que relatan historias e ideologías, muchas de ellas en contraposición. En el medio, algunas escenas ficcionalizadas con estilo propio del cine de género terminan de generar el impacto buscado. Son muchas las voces y las historias que a las que se va dando lugar.
Uno de los puntos álgidos del film ronda alrededor de la llamada “Noche de las corbatas”, cuando varios abogados y familiares son secuestrados por represores y torturados y violados durante varios días en 1977. Como mencioné, Diment da lugar a diferentes voces y formas de pensar.
Así, Carlos Pampillón habla de su forma de ver el nacionalismo (“Nacionalismo es amor”, dice) y declara como si nada que los 30 mil desaparecidos son una mentira y que los militares se quedaron cortos “en esa guerra”. Escuchamos eso después de escuchar el largo y terrible testimonio de Marta García de Candeloro, la mujer que sobrevivió a la mencionada Noche de las Corbatas. “La Feliz. Continuidades de la violencia” resulta un documental más que interesante.
A nivel técnico está rodada de manera prolija y resalta un montaje que permite que la narración fluya de manera dinámica y sin perder el ritmo, pasando sí por diferentes estadíos emocionales. Una película que funciona para exponer que hay cosas e ideologías que por más que nos resulten ajenas o de otra época continúan existiendo.