La dama de oro

Crítica de Walter Monzón - Cinergia

Retratos y batallas

Cuando en 1907 Gustav Klimt culminó luego de tres años de trabajo el primer retrato de Adele Bloch-Bauer, difícilmente imaginaria la odisea de la cual sería testigo ese óleo hecho por encargo de un marido orgulloso de la belleza de su esposa.
Si bien la obra de Klimt es actualmente muy conocida y valorada, no fue hasta hace unos años atrás que empezó una real fiebre por su arte en la cultura popular y hoy sus obras se pueden ver representadas y copiadas por doquier.
La dama de oro es un film que relata las peripecias legales afrontadas por María Altmann, sobrina de Adele y única heredera viva de la familia hasta ese momento. Como es de público conocimiento, hasta el día de hoy quedan muchas obras de arte robadas durante la Segunda Guerra Mundial que no han sido devueltas a sus verdaderos dueños y Retrato de Adele Bloch-Bauer I o La dama de oro, como se la conoció comúnmente durante su estadía en Austria, es una de las tantas que han atravesado una real suerte al haber regresado de manos ajenas a sus originales propietarios.
Es justamente el incidente legal que involucró a la única heredera y al gobierno austriaco por mantener la tenencia sobre la obra en lo que se centra el film con ciertos altibajos en su historia, haciendo mucho hincapié en la relación entre Maria Altman y su abogado, representados por Helen Mirren (The Queen, RED) y Ryan Reynolds (Green Lantern, The Amityville Horror).
Si bien la historia es relatada de forma entretenida y por momentos realmente atrapante, presenta altibajos constantes que convierten a la película en una verdadera montaña rusa narrativa que deja un agridulce sabor a que podría haber sido contada mucho mejor si se le hubiera prestado más atención a ciertos detalles de guion y actuación.
Mientras Helen Mirren cumple con su rol de una forma más que adecuada y correcta convirtiéndose en uno de los pilares del fim, Reynolds concede grandes dudas en su actuación y deja al espectador con ganas de mucho más de parte del personaje que toma en forma.
La dama de oro es una cinta que no se destaca en sus individualismos, si no en su forma completa, ya que lo que falta de un lado es solventado del otro, y logra sacar unas buenas carcajadas por momentos que son más que bien agradecidas para disfrutar la historia, aun sin estar enfrente a un film cómico. Y es este factor jocoso el que tal vez rescate al film de la vacía mediocridad en la que cae por momentos. Si bien el director Simon Curtis es un experimentado director de series y películas de televisión, aun demuestra falta de tacto ante este, su segundo film para la pantalla grande, después de la buena My Week with Marilyn (2011).

Sin dudas La dama de oro es un film entretenido de ver, pero el cual sacrifica buena parte de su historia sin terminar de convencer del todo. Aun así es una buena opción entre los estrenos de la semana para quienes estén buscando una película entretenida, sin caer del todo en el drama ni en lo cómico, pero congeniando ambos para dar como resultado una buena película.