La cura siniestra

Crítica de Eliana Moyano - Estrelladas TV

La Cura Siniestra, nos traslada a un spa en el medio de los Alpes Suizos y nos hace vivir una historia perversa.

Gore Verbinski dirige magistralmente esta obra de arte cinematográfica. Desde la fotografía y los planos pensados uno a uno, cada fotograma parece un cuadro gótico. La película es ideal para que vean los estudiantes de cine, tiene todo lo que aprendemos cuando estudiamos la carrera: montaje paralelo, planos detalles, y más.

La película lleva a Lockhart (Dane DeHaan), un joven que trabaja en una empresa, a contactar a uno de sus superiores: Pembroke (Harry Groener), un hombre que se internó en el spa hace un tiempo, y mandó una carta diciendo que no iba a volver. La empresa para la que trabaja Lockhart, requiere de su presencia y es por eso que manda al joven para traerlo de vuelta.

Desde el vamos, Lockhart nota algo raro en el lugar y desde el principio como espectadores, intuimos lo mismo porque su director, a través de la música, los silencios y los planos intenta decirnos algo. Como ese plano en donde el tren en el que viaja el protagonista se mete en el túnel, como una anguila escurridiza.

Allí, y luego de intentos fallidos de contactar a Pembroke, Lockhart conoce a Hannah (Mia Goth) quien le tira una frase de la canción Hotel California de Eagles: “nunca podrás irte”.

Si bien la película tiene una trama confusa, y sus personajes actúan de manera extraña y en cierta forma permanecen allí por su propia voluntad, el film se torna atrapante.

El dueño de ese Spa es Volmer (Jason Isaacs), el mismo doctor maléfico de la serie de Netflix “The OA”, haciendo un papel muy similar en esta ocasión. Nuestro Christopher Plummer de la era de los Millenians, es un psicópata que juega con la salud de la gente que llega allí para desintoxicarse de todo lo que lo contamina: trabajo, familia, stress, etc, etc.

Las imágenes y escenarios son alucinantes. El tremendo Castillo Hohenzollern ubicado en Alemania, es el usado para los exteriores del Spa, mientras que muchas de las escenas interiores se rodaron en Beelitz Heilstätten, un hospital abandonado donde estuvo hospitalizado en 1916 Adolf Hitler recuperándose de las heridas sufridas en la Batalla del Somme. Wow.

Realmente, las locaciones son para elogiar.

La trama que tiene algo del cuento de Gabriel García Márquez, “Solo vine a hablar por teléfono”, atrapa en casi sus dos horas y media de duración. Digo casi, porque quizás podría durar aunque sea medio hora menos.

Entre tanto plano pensado y bella fotografía hay escenas fuertes que nos harán cerrar los ojos o taparnos la boca en varias ocasiones.