La cumbre escarlata

Crítica de Fernando Casals - Revista Meta

AMOR EN SANGRE

En el contexto actual “La cumbre escarlata” parece un film difícil de vender, por estar a contramano de las películas de terror actuales, que buscan el impacto rápido y no quieren (o pueden) construir suspenso.

Una mansión embrujada llena de las sensibilidades de Del Toro, que como en cada uno de sus films sobresale por el impecable diseño de producción. Al igual que en “El espinazo del diablo” los fantasmas traen al presente los pecados del pasado, en aquella los de una nación, en esta los de una familia. El pecado del film es que resulta más trágico que terrorífico.

En la perfecta atmósfera gótica que Del Toro crea se desarrolla la historia del romance de Edith Cushing (guiño a Peter) y Thomas Sharpe, claro que Thomas tiene un pasado incierto y un presente que involucra a su inquietante hermana Lucille, una excelente Jessica Chastain fría como la nieve y al borde de la psicosis.

Una iluminación que homenajea a Mario Bava completa una estética que ya no se ve en el cine moderno y que deja lugar a Del Toro para jugar con sus fantasmas rojos como Hellboy. Es el mejor film del mexicano desde “El laberinto del fauno” y una experiencia que deja más desde lo visual que desde lo narrativo.