La ciudad perdida

Crítica de Carolina Taffoni - La Capital

La revancha de la comedia de aventuras

Desde el planteo de la trama hasta la estética, “La ciudad perdida” parece una película que atrasa. ¿Una comedia romántica de aventuras? ¿En serio? ¿Como aquellas de los años 80, como “Tras la esmeralda perdida”, con Michael Douglas y Kathleen Turner? Hace tiempo que Hollywood dejó de apostar a las comedias livianas, y mucho menos a las románticas o de aventuras. Hace décadas que estas películas no son rentables (encima sus estrellas protagonistas son “caras”), y en el terreno del cine mainstream fueron reemplazadas por las sagas literarias y los superhéroes. Por eso “La ciudad perdida” es una rara avis, y aún con sus fórmulas de manual y sus flojeras, se siente como una especie de revancha.

La película dirigida por los hermanos Aaron y Adam Nee (“Band Of Robbers”) tiene para empezar una dupla ganchera de actores populares: Sandra Bullock y Channing Tatum (de hecho, contra todos los pronósticos, la comedia funcionó muy bien en la taquilla de EEUU). Bullock interpreta a Loretta, una exitosa autora de novelas histórico-románticas que no está pasando por un buen momento: hace años está de duelo por la muerte de su esposo y no quiere saber nada con hacer una gira promocional para presentar su última novela. Y él es Adam, un galán musculoso y superficial que es el modelo de todas las portadas de los libros de Loretta. Cuando la escritora es secuestrada por un millonario delirante que pretende encontrar un tesoro oculto (sí, es una comedia), los protagonistas van a terminar involucrados en una aventura de búsqueda y rescate en una isla del Caribe, una aventura muy parecida a las que ella describe en sus novelas.

El comienzo de “La ciudad perdida” es algo incómodo y forzado, pero la película empieza a fluir de a poco con un gran timing en la combinación de humor y acción. La fórmula de los personajes opuestos funciona: ella tiene una gran formación intelectual y reniega de sus novelas cursis, él parece sólo un cuerpo bonito y está desesperado por que lo tomen en serio. A esto se suma una inversión de roles (muy a tono con los tiempos que corren): ella se muestra muy empoderada y segura corriendo con tacos en medio de la selva, mientras él huye y grita al menor peligro.

Este juego constante entre los protagonistas disimula (un poco) la falta de química sexual que hay entre Bullock y Tatum (pequeño detalle), y también ciertos baches en el guión que restan a la narración. A favor hay que decir que la película se guarda dos personajes secundarios de lujo. Daniel Radcliffe no decepciona en el papel de un villano de caricatura, aunque es superado ampliamente por Brad Pitt, que interpreta a un ex militar convertido en profesor de yoga. Necesitamos más a Brad Pitt en el terreno de las comedias. Y necesitamos más comedias también, aunque no sean perfectas.