La cabaña del diablo

Crítica de Leonardo González - Río Negro

"La cabaña del diablo", poco miedo (la culpa no es de la bruja)

David (Peter Facinelli) es un hombre viudo, bastante joven, que tiene la posibilidad de rehacer su vida junto a su nuevo amor, Lauren (Sophia Myles). Ellos están a punto de casarse y, para que la celebración sea completa, David tratando de hacer las paces con su hija Jill (Nathalia Ramos), fruto de su anterior matrimonio. Para ello la pareja viaja a Bogotá, Colombia, con la intención de encontrarla y llevarla de regreso a Estados Unidos para que asista a la boda (su madre era oriunda de ese país).

La joven se encuentra en la ciudad trabajando junto con su tía y su novio, y cuando su padre le pide que asista a su boda acepta de mala gana. Los cinco se embarcan en un viaje en auto a Medellín como escala final antes de irse del país, pero en el trayecto sufren un accidente.

Con el coche destrozado, algunos heridos y un clima torrencial de lluvias intensas, piden refugio en un extraño, lúgubre y solitario hotel. Los acogerá Felipe (Gustavo Angarita), un hombre muy misterioso que oculta un tremendo secreto en el sótano de su casa. Allí se encuentra encerrada una niña, pero liberarla significaría el final de cada uno de ellos.

De eso se trata "La Cabaña del Diablo" (GallowHill, 2013), que estuvo nominada a Mejor Película en el Festival de Sitges. Y, gracias a Dios, no ganó. Vaya uno a saber porqué siquiera recibió una caricia tan grande en un festival tan prestigioso como ese.

Otra vez volvemos a encontrarnos con un largometraje que se desarrolla en Colombia, como "Desde la Oscuridad" (Out of the Dark, 2014), estrenada hace unos meses en nuestro país. Al igual que en esa película, "La Cabaña del diablo" presenta muchísimos problemas.

El director español Víctor García, cuyo trabajo más emblemático fue Espejos Siniestros 2 (Mirrors 2, 2010), tiene un poco de oficio en el género y logra crear cierto clima, pero no lo suficientemente potente como para que el espectador olvide una trama previsible, aburrida y, por momentos, bastante ridícula.

Es que acá el peligro/terror está representado por la idea de una bruja (que se encuentra atrapada en el cuerpo de la niña) que clama venganza por su muerte. Las situaciones que se dan para que ella pueda lograr su cometido son tan burdas y forzadas que hasta da un poco de bronca que en pleno siglo XXI todavía se siga subestimando tanto al espectador.

Del elenco -bastante internacional por cierto, ya que hay un estadounidense, una española, una inglesa y algunos colombianos-, seguramente el más conocido es Peter Facinelli, pero que tampoco tiene tanto oficio o talento como para que él solo pueda levantar un producto de estas características.

Se entiende que el film quiera explotar el tema de "extranjeros que se enfrentan a algo siniestro en una tierra enigmática y salvaje", pero hubiesen elegido algo más autóctono y folclórico que una bruja, que queda bastante fuera de lugar en tierras cafeteras. Tampoco hay mucha inteligencia puesta en la venta cuando en el título se habla de una cabaña y el diablo y los hechos se desarrollan en un hotel y con una hechicera maligna.

No hay suficiente sangre, no hay personajes queribles, no hay muertes escalofriantes, no hay una trama interesante, no hay originalidad, no hay absolutamente nada. Y tampoco hay mucho más que decir sobre este esperpento, sólo tener la esperanza de que no suframos más viendo obras de esta calaña. El cine no se merece. Tengan un poco de respeto.